La Palabra Que Todos Deben Conocer
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La Palabra Que Todos Deben Conocer
Rev. William Soto Santiago
02 de Julio de 1982
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…“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.”
Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones. “Bienaventurado el que lee, y los oyen las palabras de esta profecía,” palabras que todos deben conocer, esas son las palabras de la profecía de este libro apocalíptico. Y hay una grande bienaventuranza para el que lee, y para los que oyen las palabras de la profecía de este libro.
Es un libro profético, y su contenido es la revelación de Jesucristo, como dice el verso 1 del capítulo 1 de Apocalipsis. Ahí dice:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel…”
Aquí podemos ver que la revelación de Jesucristo es lo más importante que hay para todo ser humano. Y esta revelación de Jesucristo, el Señor la envía para declararla, para revelarla a través de Su Ángel. Su Ángel es Su mensajero, Su Ángel es Su profeta. Él la envía para declarar las cosas que deben suceder. Por eso encontramos que es una bienaventuranza poder leer o poder oír las palabras de la profecía de este libro, pues es en la profecía de este libro donde se nos habla de las cosas que deben suceder.
Todas estas cosas en este libro están en forma simbólica. Pero para los días finales, toda la revelación contenida en el libro apocalíptico será abierta al público, y entonces todos estos simbolismos apocalípticos serán dados a conocer, y cada persona podrá leer y podrá oír el significado de todos estos simbolismos apocalípticos. Son palabras que todos deben conocer, y en este tiempo final serán dadas a conocer las palabras de la profecía de este libro en su significado.
Por lo tanto, nosotros viviendo en este tiempo final en donde este libro será abierto al público para que todos lo entiendan, tenemos entonces que tener nuestros oídos bien atentos porque a través de todo el libro del Apocalipsis, se nos dice: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que dice el Espíritu, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” Es la Voz de Dios diciéndole a los seres humanos que tienen oídos para oír la Voz de Dios, para oír las cosas de Dios, que oigan lo que dice el Espíritu de Dios a las iglesias. Y todas estas cosas son enviadas por el Señor a través de Su Ángel, para declarar todas estas cosas, para dar testimonio de todas estas cosas en las iglesias, como dice Apocalipsis, capítulo 22, verso 16; allí dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel… [corte en el video]…”
…apocalípticas es traído a todas las iglesias por un ángel, por un mensajero, conocido en la Escritura como el mensajero del Señor o Ángel del Señor o profeta del Señor enviado en los últimos días para que todo el mundo pueda conocer lo que está en el libro del Apocalipsis.
Son muchas las personas que a través de los siglos han tratado de comprender el significado del libro del Apocalipsis, y algunos grandes hombres que no han podido comprender el significado de ese libro, han dicho: “Lo que sucedió fue que Juan se comió un sinnúmero de chiles o ajíes, y cuando entonces se acostó a dormir tuvo esos sueños o esas pesadillas.” Pero no fue que comió chile o ají, fue que él recibió esa revelación, esas visiones en un lapso de tiempo de dos años estando preso en la isla de Patmos; allí fue que él recibió esas visiones apocalípticas, y le fue dicho que escribiese todo lo que veía.
Luego, en los días finales, es el tiempo en que todo ese misterio apocalíptico que no fue entendido en tiempos pasados pero que estuvo ahí en símbolos, es en este tiempo final que es dado a conocer públicamente, para que todos los que tengan oídos para oír la Voz de Dios oigan la Palabra del Señor. Por eso es que en el capítulo 22 del Apocalipsis y verso 10 es dicho:
“Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.”
Las palabras de la profecía de este libro apocalíptico no pueden ser selladas en este tiempo final. Son palabras para ser dadas a conocer; las palabras de la profecía de este libro deben ser conocidas por todos los seres humanos, son palabras para ser conocidas.
Es el libro en donde hay una grande bienaventuranza al oír las palabras de este libro. Y así como hay una grande bienaventuranza y una grande bendición para los que oyen y guardan las palabras de la profecía de este libro, también hay una grande maldición para los que le quiten o le añaden a las palabras de la profecía de este libro; el que le añada, dice el Señor, le serán añadidas las plagas escritas en este libro, y el que le quite, dice [Apocalipsis 22.19]:
“Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.”
Así que, es un libro tan importante y sus palabras son de tanto valor, que aun el que le quite recibirá la maldición de que le será quitado su nombre del Libro de la Vida y de la Santa Ciudad y de las cosas, de las bendiciones habladas en este libro; o sea que perderá el derecho y la bienaventuranza a la Vida eterna, en donde se podrá participar de todas las bendiciones eternas de Dios.
Es un libro tan importante que ya ustedes pueden ver que añadirle o quitarle a las palabras de este libro, eso conlleva juicio divino para la tal persona, un juicio divino tan severo que perderá el derecho a la Vida eterna. Pero también para los que oyen las palabras de la profecía de este libro, hay una bienaventuranza tan grande que no puede ser expresada con palabras, pues los que oyen las palabras de la profecía de este libro entonces tendrán derecho a todas las bendiciones habladas en este libro; esas personas entonces participarán por toda la eternidad de todas las bendiciones escritas en este libro.
Por eso las palabras de la profecía de este libro son palabras que todos deben conocer, porque son palabras que al recibirlas se estarán recibiendo las grandes bendiciones de Dios, se estarán recibiendo todas las cosas que todo ser humano desea para toda la eternidad. Pero si usted desconoce las palabras de la profecía de este libro, no podrá tener la bienaventuranza, porque ¿cómo usted va a creer, va a guardar y va a recibir una cosa que usted ni ha oído ni ha conocido? Eso es imposible. Usted no puede decir que cree una palabra a menos que primero la haya escuchado; pues cuando usted la escucha, ahí es el momento en que usted se identifica como creyente de esa Palabra que escuchó o como incrédulo a esa Palabra que escuchó.
Hay muchas personas que dicen: “Yo creo toda la Palabra de Dios,” pero cuando usted escucha la Palabra de Dios es entonces cuando usted se identifica como creyente o como incrédulo a la Palabra de Dios. ¿Y cómo alguna persona va a decir que cree el Apocalipsis si primero no oye las palabras de la profecía apocalíptica? ¿Cómo va a decir que cree todo eso que está ahí escrito si no sabe ni lo que significa? Primero tiene que oír las palabras de la profecía de ese libro en donde es dado a conocer el significado de todo lo que está escrito en el Apocalipsis, y luego la persona asumirá la posición de acuerdo a lo que hay dentro de su corazón.
Si lo que hay dentro del corazón es fe, fe genuina en Dios para creer toda la Palabra de Dios, él dirá: “Eso es era lo que yo estaba esperando. Yo estaba esperando que el Señor diera a conocer el significado de todos esos simbolismos apocalípticos para recibirlos.” Cuando los escucha, entonces dice: “Ahora sí que yo entiendo el Apocalipsis, ahora sí que yo entiendo esos símbolos apocalípticos, ahora sí que veo; antes no veía, no entendía el Apocalipsis, antes yo estaba ciego a las verdades apocalípticas porque cuando leía solamente lo que veía eran símbolos, pero cuando escucho, cuando escucho las palabras de la profecía de ese libro siendo traídas, siendo traídas en este tiempo final en donde se nos da a conocer el significado de toda esa revelación apocalíptica, entonces sí que veo, que entiendo, y recibo la revelación de Jesucristo que Él ha enviado por Su Ángel para dar testimonio de estas cosas en todas las iglesias.
Este es el tiempo más grande y más glorioso para los seres humanos, este es el tiempo en que toda esta revelación apocalíptica es dada a conocer, es dada a conocer conforme a como el Señor Jesucristo dijo que sería dada a conocer. Él tiene un orden. Ninguna persona podrá buscar por su propia cuenta la propia interpretación él mismo para decir: “Yo me puse a estudiar mucho y descubrí lo que eso quiere decir.” No. El Señor Jesucristo tiene una forma para dar a conocer esas verdades apocalípticas. Nadie tiene que romperse la cabeza estudiando para descubrir esas verdades, nadie tiene que ir a una Universidad o a algún otro lado de estudios para aprender y descubrir el significado de la revelación apocalíptica, pues el Señor ha dicho que tiene la forma en que Él dará a conocer las palabras de la profecía de este libro.
No serán muchos, sino uno: el Ángel del Señor, el enviado con toda la revelación del Apocalipsis.
Y cuando eso es efectuado por el Señor Jesucristo, entonces todas las iglesias y todos los pastores, todos los ministros de todas las iglesias, tendrán el privilegio glorioso de oír el Apocalipsis siendo predicado, siendo enseñado de la manera correcta; y entonces todos los ministros, todos los pastores podrán recibir esa enseñanza, podrán recibir las palabras de la profecía de este libro, y así entonces podrán enseñarlas también a otros. Esa es la gran bendición que el Señor Jesucristo ha prometido para todas las iglesias, para todos los pastores, para todos los ministros, para todos los seres humanos. Todos podrán tener el privilegio por primera vez en la vida de todos enseñar la misma cosa sobre un tema, y más, sobre todos los temas apocalípticos.
Dios nunca tiene dos enseñanzas de la misma cosa, y que las dos estén correctas. Dios solamente tiene una, y esa es la revelación divina. Y esa revelación divina siempre ha sido enviada a la Tierra a través de un mensajero, de un ángel, de un profeta, pues Él ha dicho: “Porque no hará nada el Señor sin que revele Sus secretos a Sus siervos los profetas.” Ese ha sido siempre el trabajo de los profetas que Dios ha enviado a través de la historia bíblica: revelar los secretos de Dios a los seres humanos, porque Dios no hace nada sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas para que ellos lo revelen a los seres humanos.
Por eso la Biblia, siendo la Palabra de Dios, ha venido siempre a través de hombres ungidos por el Espíritu de Dios, hombres con ministerios divinos para dar a conocer la Palabra de Dios, porque la Palabra de Dios siempre viene al profeta. Por eso es que los profetas no pueden ser juzgados, porque ellos son la Palabra de Dios para el tiempo en que ellos aparecen. Cuando ellos aparecen, lo que Dios tiene para hablar y para hacer le es revelado a ese profeta que Dios tenga, y él lo revela al público; y es a través de ese profeta que Dios hace la Obra para ese tiempo, por eso ellos son la Palabra de Dios para el tiempo en que ellos aparecen.
Y todos los secretos divinos que Dios dará a conocer en ese tiempo, los da a conocer a través del profeta que Dios tenga en ese tiempo. Y para el tiempo final, en donde las palabras de la profecía de este libro apocalíptico no pueden ser enseñadas sino dadas a conocer al público, Él tendrá al último de los profetas, el último de los profetas será el que se comerá el Libro que tomará de la mano del Ángel Fuerte que desciende del Cielo.
Ese Ángel Fuerte que desciende del Cielo es el Señor Jesucristo en Su segunda venida; Él viene con el Libro abierto en Su mano, el Libro que primero estaba sellado, entonces viene con él ya abierto porque lo abrió en el Cielo. En el Cielo estaba sellado, lo tomó Él de la mano del Dios Todopoderoso, lo abrió, y desciende a la Tierra en Su segunda venida con el Libro abierto y llega directamente al último de los profetas. Cuando llega a él, entonces el último de los profetas recibe la Voz divina de tomar, de pedirle el Libro al Ángel, tomarlo y comérselo. Y el Ángel le dice: “Tómalo, cómetelo; será dulce en tu boca y en tu vientre será amargo; así que va a ser amargo en tu vientre, pero no te preocupes, en tu boca, en tu paladar, será dulce como la miel.” Dice que se comió el Libro.
Ahora recuerden, Juan el discípulo amado, Juan el teólogo, el apóstol San Juan, allí estaba representando al último de los profetas, porque Juan a través de toda la revelación apocalíptica, de toda la visión apocalíptica, estaba también siendo representante o simbolizando un sinnúmero de personajes que estarían en la historia apocalíptica. Juan en algunas ocasiones también representa a la Iglesia del Señor, y aquí en esta ocasión, en donde toma el Libro de la mano del Ángel y lo come, ahí representa al último de los profetas. Por eso es que luego de comerse el Libro, le es dicho: “Ahora es necesario que profetices otra vez.” Para profetizar tiene que ser un profeta, para profetizar tiene que ser un profeta el que se coma ese Libro abierto que trajo el Ángel Fuerte.
Le es dicho: “Es necesario que profetices otra vez,” entonces había profetizado en otras ocasiones. “Es necesario que profetices otra vez,” es el ministerio profético de alguien que en otras ocasiones había profetizado, por eso le es dicho: “Es necesario que profetices una vez más, otra vez.” ¿Quién será ese profeta que en los últimos días estará sobre la Tierra para tomar ese Libro, comérselo, y recibir la orden de profetizar otra vez? A través de su profecía y su ministerio profético que tendrá ahí en Apocalipsis, conoceremos cuál de los profetas será ése que tomará el Libro y se comerá el Libro.
Encontramos que le fue dicho: “Es menester, es necesario que profetices otra vez, que profetices de nuevo.” Y la pregunta sería: ¿Y qué va a profetizar y sobre quién va a profetizar? Vamos a verlo con detenimiento para que veamos cómo y cuál será su ministerio y sobre quién será su profecía. Dice:
“Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”
Es que éste que profetizará, que será un profeta, su profecía será sobre muchos pueblos, sobre mucha gente, sobre muchas lenguas y sobre muchos reyes. Es que él tendrá el ministerio profético para profetizar sobre el reino de los gentiles, él tendrá el ministerio profético para anunciar el día de venganza del Dios nuestro; él tendrá el ministerio profético para anunciar todas las cosas que han de venir sobre la Tierra, él tendrá el ministerio profético para anunciar todos los juicios divinos que han de venir sobre el reino de los gentiles; tendrá el ministerio profético para anunciar todas las bendiciones divinas que vendrán para todos los hijos de Dios.
Por eso, él, siendo un profeta, tendrá el ministerio más grande de todos los profetas. Aunque él será el último de los profetas, y siendo el último de los profetas, será el Benjamín de los profetas. Pero si leemos la historia de Benjamín cuando él llegó a Egipto y su hermano José lo reconoció, vemos que Benjamín recibió una doble porción; así será también con el Benjamín de los profetas, él tendrá una doble porción ministerial, él tendrá la doble porción ministerial del ministerio de Elías y del ministerio de Moisés. Él será nuevamente en la escena la manifestación ministerial de Elías y de Moisés, y eso lo prueba su ministerio; su ministerio, ya cuando comienza su ministerio a profetizar al reino de los gentiles, cuando comienza su profecía, nos es dicho allá en Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante:
“Y daré a mis dos testigos y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días, vestidos de saco.
Estas son las dos olivas, y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra.”
Ahí podemos ver la clase de ministerio que tiene el que se come el Libro. Le fue dicho: “Cómetelo, porque es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, gentes, lenguas y reyes.” Y cuando comienza entonces su profecía, su ministerio profético para traer el juicio sobre las naciones, podemos ver entonces que es el ministerio de Moisés y Elías, es el ministerio de los dos Olivos; pero recuerden: antes de profetizar tiene una etapa de tomar el libro, de comerse el libro, de digerir ese libro, ¿para qué? Para que pueda entender bien las palabras de la profecía de ese libro, para que pueda entender bien el significado de lo que él se ha comido.
Si usted se come alguna comida material, física, natural, usted cuando hace eso usted la saborea, luego la digiere en su vientre, y luego eso le produce a usted vida para su cuerpo, porque esa comida que usted comió se convierte en células para su cuerpo, y le da vida a su cuerpo. Si no come, se muere; si come, usted vive. Pero la Escritura nos dice: “No solamente de pan vivirá el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.”
Así que esta Palabra, ese Libro abierto que trae el Ángel Fuerte siendo la Palabra de Dios es el alimento espiritual que se comerá el último de los profetas para que se le convierta a él en carne, para que ese alimento, esa Palabra, se haga carne en él. Y cuando se la haya comido y la haya digerido, la Palabra estará hecha carne en un hombre, entonces él podrá profetizar sobre muchos pueblos, sobre muchas naciones, sobre mucha gente y sobre muchos reyes.
Él podrá anunciarle, anunciarle los juicios, las plagas que han de venir sobre los reinos gentiles, él podrá anunciarle todas esas cosas, él podrá decirles que ya el tiempo de los gentiles ha terminado y que es tiempo para el Reino de Dios comenzar. Él entonces, ya con esa Palabra que se ha comido, con ese Libro que se ha comido y ha digerido, él podrá profetizar porque tiene la Palabra, el Libro misterioso que fue abierto en el Cielo y fue traído a la Tierra ya él lo tiene por dentro; él hablará de acuerdo a lo que tendrá por dentro. En él estarán nuevamente cumplidas las palabras que Dios le dijo a Moisés: “Yo pondré mi Palabra en tu boca, y tú hablarás lo que Yo te mandare.” Si la pone en la boca de Moisés la Palabra, pues se la come; y cuando se la come, después cuando habla, habla de acuerdo a lo que se comió.
Por eso también encontramos allá en el Antiguo Testamento que Dios le dijo a uno de Sus profetas: “Toma el rollo,” recuerden que antes la Biblia era en forma de rollos, no era en forma de libro como hoy tenemos. Le fue dicho: “Toma el rollo, toma ese libro, y cómetelo; será dulce en tu boca y amargo en tu vientre,” y después le fue dicho: “Y luego profetiza a la casa de Israel.” Siempre que Dios le ordena a un hombre, a un profeta a comerse el Libro divino, la Palabra de Dios, es para que después profetice; así es que Dios trata con Sus profetas. Ningún profeta ha salido profetizando sin primero recibir la Palabra de Dios y comérsela, porque la Palabra de Dios es el pan espiritual que él se puede comer para después hablar, para después profetizar. Porque si sale profetizando sin haber oído la Voz de Dios, estará profetizando de su propia cuenta; y si profetiza de su propia cuenta es un falso profeta.
Pero Dios para este tiempo tendrá un verdadero profeta, no tendrá muchos profetas sino un profeta.
Hay muchos falsos profetas que profetizan, que hablan de acuerdo a sus ideas, a su imaginación, pero Dios ha prometido que enviará uno que se comerá el Libro, y entonces recibirá la orden divina para profetizar a muchos pueblos, a muchas naciones, a muchas lenguas y a muchos reyes. Él será el que tendrá el ministerio profético para dar a conocer todas estas cosas apocalípticas a todas las naciones, a todos los pueblos, a todas las gentes, a todos los reyes, a todas las lenguas y a todas las iglesias.
Será de grande bendición para aquellos que puedan verlo en los días finales porque podrán recibir la Palabra divina que él se comió, y entonces las personas también podrán comerse ese mismo alimento que les será dulce a su paladar, aunque les sea amargo al vientre; cuando se habla de algo “amargo al vientre” en profecía bíblica, se habla de que por causa de comerse la Palabra de Dios luego le vendrán pruebas, persecuciones, aflicciones, por recibir la Palabra de Dios. Pero, aunque vengan pruebas, y problemas y persecuciones, a nuestro paladar espiritual es dulce la Palabra de Dios, es realmente el alimento espiritual que satisface al alma de cada persona.
Este es un tiempo en que Dios dijo que habría de hambre sobre la Tierra, pero no hambre de pan ni sed de agua sino de oír la Palabra de Dios. Y en este tiempo Dios enviará conforme a Su promesa a Su Ángel mensajero, a Su profeta mensajero, para que les traiga a los seres humanos la Palabra de Dios, el pan de Vida eterna, pues no solamente de pan literal vivirá el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.
Por lo tanto, los seres humanos tendrán la oportunidad de comer pan de Vida eterna, y de beber agua de Vida eterna.
Por eso es que allá en el capítulo 22 y también el capítulo 21 de Apocalipsis, si lo leemos con detenimiento encontraremos algo muy importante para los últimos días, dice en el capítulo 21 de Apocalipsis y verso 6:
“Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”
No es agua literal, es agua espiritual, es de la fuente del Agua de la Vida. Al que tuviera sed le será dada la revelación divina que será como agua espiritual para saciar la sed espiritual del alma. Pues el Señor dijo que habría hambre y habría sed no de pan y de agua literal sino de oír la Palabra de Dios. Esa es la situación del alma de cada persona, toda persona tiene hambre y tiene sed de oír la Palabra, y al que tiene sed le será dada del agua de la Vida gratuitamente, le será dada la Palabra de Dios para este tiempo que ha sido prometida, le será dada la revelación de Jesucristo que la envía a través de Su Ángel para dar testimonio de estas cosas en todas las iglesias, para todos los pastores, para toda la gente de todas las iglesias, para todas las naciones, para todos los pueblos, para todas las lenguas y para todos los reyes.
Son las palabras que todos deben conocer, las palabras que traerá el mensajero del Señor, porque son la Palabra de Dios, el pan espiritual y el agua espiritual para el alma. Pues el alma de los seres humanos está sedienta de oír la Palabra y nos ha sido prometido que será oída la Palabra de Dios, y nos es dicho: “Bienaventurado el que lee y el oye,” el que lee y el que oye las palabras de este libro.
Bienaventurado es la persona que puede oír y puede leer las palabras de este libro. Por eso es que dice Apocalipsis 22: “No selles las palabras de la profecía de este libro,” no puede ser sellada sino dada a conocer a los seres humanos, pues esto es lo que el alma de los seres humanos está necesitando, esto es lo que está esperando. Estas son las palabras que todos deben conocer.
“PALABRAS QUE TODOS DEBEN CONOCER,” palabras de Vida eterna, las palabras de la profecía de este libro apocalíptico.
“PALABRAS QUE TODOS DEBEN CONOCER,” porque el que las conozca y las reciba será bienaventurado, porque recibirá todas las bendiciones habladas en el Libro del Apocalipsis. Entrará a la Santa Ciudad de Jerusalén, el Nombre Nuevo del Señor y el Nombre de Dios estará escrito en la frente de aquellos que oigan las palabras de la profecía de este libro y las guarden; no es que le va a ser escrito el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo y el Nombre eterno de Dios literalmente en la frente, sino que cuando se habla de escribirle el Nombre en la frente, eso significa que le será dada la revelación del Nombre Nuevo del Señor Jesucristo y del Nombre eterno de Dios; y cuando se habla de la frente, se habla de la mente, tendrán en su mente, en su conocimiento el Nombre eterno de Dios, que es el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo. Eso es lo que significa escribirle el Nombre de Dios y el Nombre Nuevo del Señor.
También encontramos que el pueblo hebreo, los ciento cuarenta y cuatro mil también han de tener escrito en sus frentes el Nombre del Señor. Toda persona que escuche y reciba las palabras de la profecía de este libro, estará recibiendo toda la revelación divina de Jesucristo, y por lo tanto, todo lo que ha sido hablado en el libro del Apocalipsis será una realidad para él. Todo eso que fue mostrado en forma de símbolos le será dado a conocer, y entonces recibirán todas esas bendiciones habladas ahí.
Por ejemplo, tenemos la promesa apocalíptica que al que venciere le será dada la Estrella resplandeciente de la mañana.
No es que se va a tomar una estrella literal, la estrella de la mañana para dársela a cada uno de los vencedores. Hay solamente una estrella, no se le puede dar a todo el mundo la misma estrella; pero la estrella resplandeciente de la mañana que se ve en las mañanas representa al Señor Jesucristo, pues el Señor Jesucristo dijo: “Yo soy la estrella resplandeciente de la mañana.”
Entonces, ¿qué es lo que va a recibir el vencedor cuando reciba la Estrella resplandeciente de la mañana? Lo que va a recibir es la revelación de la Segunda Venida del Señor. Pues Él aparece en la escena en Su segunda venida como la Estrella resplandeciente de la mañana con Su mensaje iluminando el entendimiento, la mente, y el alma de los seres humanos; Él con Su mensaje estará anunciando que un nuevo día está comenzando, y que el sol ya ha comenzado a salir.
También la Venida del Señor es representada por el Sol de justicia, es representada por el nacimiento del sol. Por eso el profeta Malaquías dijo: “A los que temen Mi Nombre nacerá el Sol de justicia, y en Sus alas traerá salud,” en su doble ministerio traerá salud traerá salvación para todos los hijos de Dios, para todos los que temen el Nombre del Señor. Por eso fue que en el Monte de la Transfiguración cuando el Señor allí mostró en aquella gran visión la Venida del Hijo del Hombre en los días finales, allí Él se transfiguró delante de Sus discípulos y Su rostro resplandeciendo como el sol en todas sus fuerzas, porque el sol representa a Cristo, representa al Hijo del Hombre viniendo por segunda vez en los días finales.
Por eso cuando a los que temen el Nombre del Señor les nazca el Sol de justicia, lo que les nacerá será la Segunda Venida del Señor, ellos la verán y serán iluminados por la Luz del Señor en Su segunda venida. Ellos serán iluminados por la revelación divina que Él traerá para darle a conocer a todos los que temen el Nombre del Señor todas las cosas que Él quiere que ellos conozcan.
Así está prometido para los días finales, así es como El prometió y así es como Él estará haciendo en estos días finales. Por eso, estas palabras, las palabras de la profecía de este libro apocalíptico, son palabras que todos deben conocer, porque son palabras de Vida eterna. El que la recibe, recibe Vida eterna, recibe el agua de la vida, el agua espiritual de la Vida eterna es la Palabra, el mensaje.
Por lo tanto, toda persona que vive sobre esta Tierra en estos días finales tiene la oportunidad para tomar del agua de la Vida eterna gratuitamente. Pero hay algo que toda persona debe entender: toda persona debe comprender que ella (la persona) debe estar interesado en tomar de esa agua, debe también tener sed, y debe reconocer que tiene sed. Por eso aquí en Apocalipsis 22, verso 17, nos dice:
“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida (de balde) gratuitamente.”
Aquí usted puede ver que hay una oportunidad para toda persona, dice:
“…el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
A nadie se le obligará a tomar del agua de la Vida gratuitamente, a nadie se le obligará a tomar del Agua de la Revelación divina de las palabras del libro de esta profecía. El que quiera tomar, tomará voluntariamente. Porque el que quiera tomar, él tomará porque entenderá las palabras de la profecía de este libro a medida que las vaya escuchando; y él entonces dirá: “Esto era lo que yo estaba esperando; yo sabía que algún día vendría un mensaje, y yo lo veo y yo sé que es éste, y yo lo estoy recibiendo; estoy tomando de ese mensaje, estoy tomando de esa agua de Vida eterna, y lo estoy haciendo sin que nadie me obligue, lo estoy haciendo porque deseo tomar de esa revelación.”
Eso es así porque cada persona tiene libre albedrío. Nadie le puede obligar a nadie a recibir las palabras de la profecía de este libro, que son el agua de Vida eterna para toda persona. Toda persona tiene que recibirlas y tomarlas porque desea tomar de ellas.
Así que, tenemos que comprender que, siendo de esa manera, entonces toda persona necesita conocer las palabras de la profecía de este libro para que pueda voluntariamente tomar esas palabras de la profecía de este libro y tomar de ellas, tomar de esa agua espiritual, para saciar su sed espiritual. Todos han tenido sed espiritual de conocer el significado de la revelación apocalíptica, y este es el tiempo para conocerlas, y este es el tiempo para tomar de esa agua espiritual de la revelación de Jesucristo. Este es el tiempo que todos estaban esperando, y estas son palabras que todos deben conocer: las palabras de la profecía de este libro apocalíptico. Son las palabras que todos deben conocer, deben conocerlas para poder tomar de esa agua espiritual de Vida eterna.
La invitación, la oportunidad está para todo el que tenga sed, para todo el que tenga sed de conocer el significado del Apocalipsis, para todo el que tenga sed de beber de la Palabra de Dios para este tiempo. Y por eso, estas palabras de la profecía de este libro son palabras que todos deben conocer.
Ya vimos cuáles son las palabras que todos deben conocer, son las palabras de la profecía del libro apocalíptico, de la revelación apocalíptica. Por lo tanto, tome de esas palabras, beba de esa agua, de esas palabras para que tenga Vida eterna.
“PALABRAS QUE TODOS DEBEN CONOCER.”
Dios les bendiga, Dios les guarde, y les ayude para que todos tomen siempre de esas palabras que están siendo dadas a conocer porque son palabras que todos deben conocer. Y cuando son conocidas, entonces pueden ser recibidas.
Bueno, ya estamos, ya hemos concluido, Dios les bendiga, Dios les guarde, muchas gracias por vuestra amable atención en esta anoche, ayer en la noche, y también hoy en la mañana, los que estuvieron en la mañana en aquella reunión de esta mañana. Y Dios nos ayude a todos para siempre permanecer oyendo y tomando de esas palabras de la profecía de este libro apocalíptico.
Ha sido para mí un privilegio estar con ustedes, al igual que nuestro hermano Bermúdez, para él también ha sido un privilegio, una grande bendición. Y no les decimos: “Adiós, y no nos volvemos a ver,” si no les decimos: “Dios les bendiga, y hasta muy pronto cuando nos veremos nuevamente.”
Dios les bendiga a todos, muchas gracias a todos, y muchas gracias también a vuestro pastor juntamente con los ministros que le ayudan en el cuidado de esta congregación. Les estoy muy agradecido a él y a todos ustedes por todas vuestras atenciones para con nosotros. Dejo con ustedes al misionero Miguel Bermúdez Marín, quien ha de concluir en esta noche.
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