La caravana de dos automóviles, un Chevrolet modelo 1965 y una vagoneta Ford 1964, saliendo de Tucson, Arizona, se encaminaron por la carretera 10 rumbo al este. Eran un poco antes de las 6 de la mañana del sábado 18 de diciembre de 1965. El automóvil Chevrolet era conducido por Billy Paul Branham. A un lado iba su esposa Loyce, y atrás iba el pequeño Paul Branham, de cuatro años de edad, hijo de la pareja. En la vagoneta Ford, el Hermano William Branham iba al volante, su esposa Meda a un lado. En el asiento trasero iban sus hijos Sarah y Joseph. Su primera escala fue en un restaurante en Benson, Arizona, donde se detuvieron para el desayuno.
Después de unas horas, se detuvieron en Álamo Gordo, Nuevo México, para la comida. Para las seis de la tarde, ya se encontraban en Clovis, Nuevo México, y listos para cenar. Habían planeado manejar hasta la ciudad de Amarillo, Texas, y allí pasar la noche, para continuar su viaje a la mañana siguiente hacia su siguiente escala, para luego llegar al destino final, el cual era Jeffersonville, Indiana. Eran las siete veinticinco, y la pequeña porción de la luna creciente que se apreciaba en el cielo ayudaba muy poco en despejar la oscuridad de la noche. La carretera de dos carriles entre Bovina y Friona, Texas, era plana y recta, con laterales amplios en cada lado del pavimento. La velocidad máxima era de sesenta y cinco millas por hora, precisamente la velocidad a la que iba Billy Paul cuando rebasó el carro que tenía de frente y luego se metió nuevamente a su carril.
Momentos después, vio que venía hacia él lo que pensó ser el faro singular de una motocicleta, y venía virando de un lado a otro por la línea divisoria de la carretera. De repente pudo ver que no era una motocicleta sino un automóvil al cual le faltaba un faro, el del lado del conductor. Más de la mitad del vehículo estaba en su carril, y ya casi lo tenía encima. Billy giró el volante violentamente hacia la derecha causando que su carro se saliera completamente de la carretera. Durante el instante en que controló su vehículo y lo devolvió a la carretera, el otro vehículo, descontrolado, con el cual casi chocó, literalmente explotó de frente con el carro que venía atrás. En el espejo retrovisor Billy Paul pudo ver el momento del impacto. El sonido del choque cortó a través de la noche fría en aquel llano de Texas como un trueno de guerra, envolviéndolo a él y sellando en su mente para siempre los ecos de aquel rugido.Loyce comenzó a gritar: “¡Es el carro de tu papá! ¡Es el carro de tu papá!” Pisó duro en el pedal del freno y giró el carro en ciento ochenta grados, dirigiéndose hacia la escena del choque. “¡El carro que yo rebasé estaba entre nosotros y Papá!” Era una respuesta frenética que a la vez era una pregunta y una súplica desesperada. Cuando la luz de sus faros penetró el aire polvoroso y lleno de escombros, pudo ver algunos de los resultados de la destrucción todavía girando debido a la fuerza del impacto. Penetraciones de asfalto y aceite le llamaban la atención hacia la izquierda, y dirigió su carro en esa dirección.
En los confines de la luz estaba un cuadro de ruina total. La camioneta Ford estaba a un ángulo con la carretera, con el frente hacia el este y todavía sobre las cuatro ruedas, pero el lado del chofer había sido transformado en una erupción de alambres y metal retorcido. No había cinturones de seguridad, que al haberlos, hubieran ofrecido algo de protección a los ocupantes del vehículo. De los tres pasajeros, sólo se podía ver al Hermano Branham. De la cintura para abajo estaba prensado entre la puerta triturada y la columna direccional, y su cabeza y hombros estaban proyectados por el parabrisas destrozado. La luz áspera de los faros destacaba su rostro, que estaba volteado hacia fuera.
** Tomado de la revista SÓLO CREED de Believers International.