Compasión Por La Gente
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COMPASIÓN POR LA GENTE
Rev. William Soto Santiago
04 de Enero de 1981
Cayey, Puerto Rico
…para glorificar a Dios y oír Su gloriosa Palabra.
Ya estamos en el año 1981, y les deseo muchas bendiciones de parte de Dios para este nuevo año, y espero que Dios los use poderosamente en Su Obra en estos días finales.
Ya esta semana próxima es la última semana de Navidades. Todavía quedan algunas cosas en estas semanas, como el día de los Reyes eso es una tradición, pero siempre nosotros le regalamos algo a los niños, pero no les enseñamos que son los reyes, sino que le damos a conocer a ellos que somos nosotros quienes les hacemos ese regalo; y lo hacemos para que no se sientan mal, ya que los demás niños reciben regalos. También nosotros sabemos que nosotros somos reyes, así que son reyes los que le regalan a nuestros niños, pero reyes de carne y hueso, no reyes de una tradición, somos los reyes.
Como escucharon a nuestro hermano Pellín, también ya, en los programas de radio de una hora, ya comenzaron, y hemos visto que son una grande bendición para todos los que los han de escuchar. Ya el viernes comenzaron, anoche también hubo otro, y en esta mañana el tercero; esos son solamente por esa radioemisora KBM, y esperamos que la atención de todo Puerto Rico esté puesta en esa emisora en el horario que estamos transmitiendo. Esperamos que la audiencia de los programas de media hora se vaya moviendo hacia ese programa de una hora, se vaya entrelazando, y así esperamos que toda persona que escuche reciba una grande bendición.
Estos programas también serán transmitidos a otros países, en El Salvador me solicitaron que preparara programas de una hora para todos los días transmitir una hora de programa radial de 7:00 a 8:00 de la noche, pero eso es mucho trabajo. Aquí en Puerto Rico teníamos también la oportunidad de transmitir todos los días una hora o dos horas si queríamos, pero eso es mucho trabajo; y estamos muy ocupados también en la Obra de Dios, y eso nos tomaría todo el tiempo de los viajes, por lo tanto, solamente tomamos viernes, sábado y domingo; y con eso es bastante trabajo el que tenemos.
En El Salvador me ofrecieron los programas de radio gratuitamente, el dueño de la emisora fue la persona que fue a Guatemala, cuando estábamos en Guatemala, y Dios le estaba hablando a su corazón, y él ya cree la Palabra de Dios, y se gozó en grande manera. Y él me decía: “Mi pequeña contribución será una hora de programa radial gratuitamente, más las demás cosas que yo pueda hacer en la obra.” Él nos hizo saber que Dios le había dicho hace algún tiempo que él predicaría el mensaje de paz, así que esperamos que sea Dios el que esté tratando con él, y que Dios lo use en la manera en que quiera usarlo.
En cuanto a nosotros acá, haremos todo lo que Dios ponga en nuestras manos para hacer en Su Obra.
Vamos entonces inmediatamente a la Palabra de Dios, y leeremos en el libro de San Mateo, leeremos en el capítulo 15, comenzaremos en el verso 32, en el Evangelio según San Mateo, capítulo 15, verso 32 en adelante, dice así la Palabra de Dios:
“Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino.
Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande?
Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron:
Siete, y unos pocos pececillos.
Y mandó a la multitud que se recostase en tierra.
Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.
Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas.
Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.”
Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones. En esta ocasión hablaremos sobre el tema:
“COMPASIÓN POR LA GENTE.”
Jesús tuvo compasión por la gente, encontramos que en otra ocasión Jesús tuvo un momento muy parecido; fue en aquella ocasión en que también la multitud tenía hambre, la multitud tenía hambre y Él quiso alimentarla. En aquella ocasión solamente había cinco panes y dos pececitos, y Jesús les dijo a los discípulos: “Dadle vosotros de comer.” Ellos no sabían de dónde le iban a dar de comer; pero Jesús sabía de dónde se le podía dar de comer a la multitud. Y cuando Él le dijo que le diesen de comer, era porque había para darle de comer. Pero ellos no lo podían ver, pero allí estaba el Creador, Él estaba allí, y para Él nada era imposible; pero Él necesitaba tener algo, ¿y saben lo que era? Compasión. Él tenía que tener compasión por la gente, y cuando sintió compasión por ellos, entonces, luego de haberles sanado a los que estaban enfermos, de haberles predicado, luego los alimento.
Luego, encontramos que los que comieron fueron unos cinco mil, sin contar los niños y las mujeres, y sobraron doce cestas llenas, doce cestas llenas de pedazos; sobraron más cosas, sobró más alimento del que había cuando el Señor había comenzado.
Es que Él, siendo el Creador, tomó aquellos panes y aquellos pececitos, y al bendecirlos y partirlos, eso se iba multiplicando. O sea, de cinco peces que solamente habían, aparecieron muchos peces más; pero eso vino por la Palabra, eso fue creación, creación divina, porque en Él estaba el poder divino, el poder creativo; por eso era que Él podía hacer eso. Si no fuese así, Él no hubiera podido hacerlo; pero eso mostraba que en aquel cuerpo de carne estaba el Creador.
Él lo que estaba haciendo era multiplicando la Creación. Aquello era la creación divina, aquello era la creación que Dios había hecho. Dios había hecho los peces, allí habían peces, era creación de Dios. Él había hecho a aquellos árboles o aquellas plantas de donde fue sacado el pan, por lo tanto, allí estaba la Creación de Dios y El la multiplico. Él lo puede hacer, cuando Él tiene determinado hacerlo.
Luego encontramos en la otra ocasión, cuando alimentó a cuatro mil personas, sin contar a los niños y a las mujeres, que solamente había siete panes y algunos pececitos; y cuando los multiplicó, habían tantas personas, había una grande multitud de la cual Él tuvo compasión y para el cual Él usó el poder creativo multiplicando esos panes y esos peces, y le dio a Sus discípulos para que lo llevaran a aquella gente; y fueron alimentados cuatro mil personas, sin contar los niños y las mujeres.
Encontramos que Él tuvo compasión de ellos; ya ellos llevaban tres días con el Señor, tres días con Él escuchando Su mensaje, viendo los milagros, y ya todo el alimento que había, se había terminado; pero había allí uno que tenía con qué proveer el alimento; y solamente de siete panes y algunos pececitos, trajo alimento suficiente para miles de personas. Y cuando todos se saciaron, entonces recogieron todo lo que sobró, ¿y qué fue lo que sobró? Nos dice la Escritura que sobraron siete cestas, siete canastas llenas, ¿llenas de qué? De pedazos, de pedazos de panes y de pedazos de peces.
Él había dicho también que recogieran todo para que nada se perdiese. Él era un gran economista, Él sabía lo que estaba haciendo, por lo tanto, de algo tan grande y maravilloso que Él había hecho, de ese grande milagro, Él no quería que se perdiese nada, ni aun lo que había sobrado; lo que había sobrado más adelante lo usarían. Por lo tanto, podemos ver que el Señor no malgasta las cosas, Él creó para aquella multitud, y lo que sobró no dijo que lo botasen. Es que lo que Él hace y lo de lo que Él hace, no se debe perder nada.
Encontramos que todo esto lo hizo porque fue movido a compasión, tuvo compasión por la gente; tres días en esta ocasión con Él, y a los tres días Él vio que, si los enviaba sin comer nada, se desmayaban por el camino, y tuvo compasión de ellos.
Encontramos que estos milagros, milagros naturales por el poder divino, por el poder creador, representan milagros espirituales que Él habría de estar haciendo para alimentar espiritualmente a la multitud, a la multitud que tienen hambre espiritual. Encontramos que, si Él hizo dos milagros en dos ocasiones grandes, encontramos que eso en lo espiritual nos muestra que después de la primera dispensación hubo un hambre espiritual, pero en la Primera Venida del Señor, Él estuvo allí presente ¿para qué? para multiplicar el pan y para multiplicar los peces, para multiplicar el alimento espiritual, porque había hambre espiritual en aquellos días, en los días de la Primera Venida del Señor.
Y entonces, luego de multiplicar el alimento, cuando ya no quedaba nada, lo poquito que quedaba lo multiplicó; al multiplicarlo, luego envió a los discípulos a predicar por todo el mundo el Evangelio, ¿qué era eso? Enviando a Sus discípulos ¿a qué? A alimentar a la multitud, a la multitud hambrienta, porque tuvo compasión de la humanidad.
Encontramos que luego de los apóstoles y aquellos que estaban allí presentes, vino el apóstol Pablo y siguió llevando el alimento espiritual; y después del apóstol Pablo siguieron los otros mensajeros, los otros seis mensajeros de las seis edades posteriores, y siguieron llevando el alimento espiritual, alimentando a la humanidad, a la humanidad hambrienta, ¿por qué? Porque el Señor tuvo compasión de la humanidad.
Luego que la humanidad fue saciada, encontramos que en la actualidad nuevamente la humanidad vuelve a sentir hambre. La humanidad se encuentra en este tiempo en la misma condición que estaba aquella multitud: “Que sus hijos ya hace tres días que están conmigo,” representando así las tres dispensaciones; y en la actualidad estamos en la tercera dispensación, y la humanidad, la gente tiene hambre. Todo el alimento se ha acabado. ¿De dónde conseguiremos alimento para la humanidad? En aquellos días los discípulos dijeron: “¿De dónde tenemos nosotros tantos panes?” Verso 33 del evangelio según San Mateo, capítulo 15, verso 33, dice:
“¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande?”
Una multitud tan grande como aquella, y decían: “No hay alimento, ¿y dónde lo conseguiremos? ¿dónde estará?” El Señor les ordena a los discípulos a investigar el alimento que había, Él les dice: “¿Cuántos panes tienen?” Ellos dijeron: “Siete panes y unos pececillos.” ¿Y qué era eso entre tanta gente? Pero allí estaba el Creador manifestado en carne humana, y aquello que se veía poco, Él lo podía multiplicar como lo había hecho anteriormente con aquellos panes y peces que multiplicó el milagro anterior.
Allí estaba Aquél que estaba también en Elías y en Eliseo, por eso entonces lo que hizo Eliseo y lo que hizo Elías multiplicando, Elías multiplicando la harina en la tinaja y el aceite en la botija, Elías multiplicando la harina en la tinaja y el aceite de la botija, Aquél que estaba en Elías, que estaba nuevamente en Jesús para multiplicar aquellos panes y aquellos peces; pero los discípulos todavía no habían comprendido el primer milagro, y ya venía otro milagro encima de ése. Y solamente Él necesitaba aquellos pececitos y aquellos panecitos, y todo eso, representando en lo espiritual la condición que habría en estos días finales, cuando hay hambre espiritual, hambre de oír Palabra de Dios, y toda la gente dice: “¿Dónde la encontraremos?”
Hoy en día, el Señor en Su segunda Venida, ¿qué es lo que puede preguntar?:
-“¿Qué tienen?”
-“Bueno, tenemos unos pececitos y unos panecitos.”
-“¿Cuántos panes tienen?”
-“Siete.”
¿Y qué es eso? Eso no es otra cosa sino los siete panes de la revelación de los Siete Sellos. Y eso, eso que estaba en medio del pueblo pero que no había sido multiplicado, Él lo puede tomar, y es lo que Él toma en Su segunda Venida, ¿para qué? para multiplicarlo y poder darle alimento espiritual, la Palabra de Dios para este tiempo, a todo ser humano que vive sobre la Tierra. Eso fue lo mismo que Él hizo en Su primera Venida. Él tomó lo que había (hablando en términos espirituales), Él tomó el mensaje de la Ley y lo multiplicó con Su bendición, con Su Palabra hablada, ¿y qué hizo? lo convirtió en el alimento espiritual, en el mensaje para la nueva dispensación: el cordero del Antiguo Testamento, del mensaje de la Ley, fue convertido en el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo.
Y así por el estilo, podemos ver que cada una de las cosas que había en el mensaje de la Ley fueron bendecidas, y por la bendición de la Palabra hablada vinieron a ser alimento espiritual para la nueva dispensación, para alimentar en esa dispensación a todos los hambrientos, ¿por qué? Porque el Señor tuvo compasión, tuvo compasión de la gente hambrienta, con hambre de oír Palabra de Dios.
Entonces hubo Palabra de Dios, pero Él tomó lo que había, y eso lo bendijo; como el sábado, y al tomar el sábado y bendecirlo, entonces el sábado se convirtió en el Señor, y Él dijo: “Venid a Mí todos los trabajados, cansados, y Yo os haré descansar.” Lo que había lo tomó, lo bendijo, y vino a ser alimento espiritual para la gente, para saciar a todos aquellos que comiesen ese pan, a todos los que comiesen ese mensaje.
Y cuando la segunda dispensación ha terminado en estos días finales, Él toma el mensaje de la segunda dispensación, la revelación de esos Sellos, en donde está expuesta la enseñanza de la segunda dispensación y de toda la labor que Dios hizo en la segunda dispensación, y toma esa revelación, toma ese mensaje, lo bendice, lo multiplica y lo convierte en el mensaje de la tercera dispensación.
Cuando ya todo se había terminado, lo que quedaba lo tomó, lo bendijo, y entonces hay alimento espiritual en abundancia, para que todo aquel que tenga hambre, para todos los hambrientos en este tercer día. Fue en ese tercer día que Él tuvo compasión de la gente y entonces multiplicó el alimento. Se saciaron todos, y lo que sobró no se perdió; fue recogió para ser usado más adelante.
Encontramos que así es que Él hace: lo que sobra no se pierde; es usado más adelante. Así también encontramos que lo que quede sin haberse usado en este tiempo del mensaje de la tercera dispensación, no se perderá; lo usaremos más adelante.
En este tiempo, el Señor tiene compasión, tiene compasión de la gente, tiene compasión de la multitud que está hambrienta como dijo el profeta Amós, porque él dijo que habría hambre sobre la Tierra, hambre de oír Palabra de Dios, y no la habría, no la hallarían. Como el Señor en Su venida, con unos pececitos y unos panecitos representativos de la Palabra de Dios y por la Palabra de Dios multiplique ese alimento para alimentar a la multitud. Y le dice a Sus discípulos: “Ahí está el alimento; la multitud tiene hambre, está desesperada la multitud.”
La gente está a punto de perecer, de perecer espiritualmente por la falta de alimento espiritual, pero el alimento ya está multiplicado, hay alimento espiritual almacenado, las canastas están llenas para serles repartido ese alimento.
Ha llegado el tiempo de que el alimento de la tercera dispensación que está preparado para todo el que tenga hambre sea repartido a través de toda la Tierra, ¿por quién? por los discípulos del Señor. Los discípulos del Señor en Su primera Venida tenían la encomienda de llevar el alimento para la multitud hambrienta, y los discípulos del Señor en este tiempo final, los discípulos de la Segunda Venida del Señor tienen la encomienda de llevar ese alimento alrededor del mundo, para que todo el que tenga hambre sea saciado. Será llevado a través de la prensa, a y través de la radio, a través de la televisión, a través de películas en diferentes sitios, y en todas las formas que estén disponibles; a través de los folletos, a través de todo lo que sea posible.
En este tiempo, estando en un solo sitio podemos llevar el alimento a muchos sitios, aun sin movernos, porque tenemos las facilidades para hacerlo. Por lo tanto, esa es la labor nuestra, esa es la labor que Dios ha encomendado en nuestras manos. Esa fue la misma labor que el Señor encomendó en Su primera Venida a Sus discípulos, y a través de dos mil años estuvieron llevando a cabo esa labor. Y cuando se cerró esa dispensación segunda, entonces comienza el mismo ciclo; y en este ciclo en que estamos viviendo ya el alimento está almacenado, y la orden del Señor es que sea llevado para que la gente que está hambrienta y están desfalleciendo sea alimentada. ¿Por qué? Porque Él tiene compasión de la gente; y como Él tiene compasión de la gente, Él ha multiplicado el pan espiritual, la Palabra, que es el alimento espiritual para el alma y el espíritu; porque no solamente de pan vivirá el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.
Y hay alimento espiritual que ha salido de la boca de Dios por la Palabra creativa de Dios, y tenemos una encomienda, una gran labor de alimentar a toda la gente, a todos los que están hambrientos, por lo tanto, este año nuevo, este año 1981, deseamos llegar a muchas personas, a muchas naciones, ¿con qué? Con el alimento espiritual, con la Palabra de Dios, la Palabra multiplicada, la Palabra creativa.
Todo ese alimento ha sido hecho, ¿con qué? Con la Palabra, con el poder creativo de Dios, con la manifestación de la Tercera Etapa. No es necesario crear animales en lo literal, ni crear pan en lo literal, porque en la actualidad aquellas cosas literales representan cosas espirituales, y lo espiritual es más importante que lo físico.
Muchas personas comieron los panes y los peces literales, y se murieron; también volvieron a tener hambre; pero los que comieron los panes y los peces en lo espiritual durante la segunda dispensación fueron saciados, y están sellados con Vida eterna. Y en este tiempo no es necesario usar el poder creativo de Dios en la manifestación de la Tercera Etapa para crear pan literal, o para crear peces literales, o para crear ardillas literales, porque hay una labor más grande por causa que hay una necesidad mayor. El hambre es en lo espiritual, por lo tanto, el alimento tiene que ser espiritual, y para eso es que Él da Su poder creativo manifiesto para que sea hecho el alimento espiritual para el alma y el espíritu del ser humano.
Esta humanidad está hambrienta. Ha sido hecho el milagro, así como fue hecho cuando apareció el Señor en Su primera Venida. Allá fue hecho el milagro, el milagro espiritual, el cual no vieron de momento, pero estaba siendo hecho; así también es en este tiempo.
Dos ocasiones en que el Señor hizo el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, representando el primero para Su primera venida, y el segundo para su segunda venida, para alimentar espiritualmente a las almas hambrientas, hambrientas y clamando por pan espiritual, por el pan que Él dijo que clamasen a Dios, porque Él dijo que orasen y pidiesen el pan nuestro de cada día. Y ese pan, el más importante, es el pan espiritual, el pan espiritual de nuestro día, del día en que vivimos, es el pan que alimenta nuestra alma y nuestro espíritu.
El milagro ha sido hecho, por lo tanto: repartid, repartid el alimento espiritual. Él hizo el milagro, pero la labor de repartirlo le tocó a Sus discípulos. Lo que se necesitaba era que hubiera alimento, y solamente Uno podía hacerlo, solamente Uno podía traer a existencia ese alimento; después que estaba hecho, ya cualquiera lo podía repartir; pero Él encomendó a Sus discípulos.
Así es hoy también, lo mismo está ocurriendo en este tiempo. Podemos ver, podemos oír y podemos darnos cuenta que hay falta de alimento espiritual. Podemos ver a través de la promesa divina que hay una multitud que nadie puede contar que será alimentada con ese pan espiritual, y esa multitud se encuentra identificada en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 7; por eso entonces es que esa multitud aparece juntamente con los ciento cuarenta y cuatro mil en el mismo capítulo 7. Él miró: “Después de esto miré…,” capítulo 7, verso 9:
“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos…”
Esta es la multitud de la cual Él tiene compasión, y los escogidos son encomendados a llevarle ese alimento espiritual. Y esa gran multitud, si usted la mira un poquito más adelante, usted encontrara allá en el verso 15, que nos dice:
“Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno…”
Aquí podemos ver que nos dice que ya no tendrán hambre. Era una multitud hambrienta, pero el Señor multiplicó el alimento espiritual, el pan de Vida eterna, ellos comieron de ese pan, y entonces su necesidad fue saciada; ya no tendrán hambre. Sigue diciendo:
“…porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.”
¿Quién será el Pastor de ellos? El Cordero. Él los pastoreará, Él los pastoreará en la Palabra, con el mensaje final de Dios, ellos serán alimentados por el gran Pastor, y Él los guiará a fuentes de agua de Vida. Ellos tomarán entonces del agua de la Vida eterna, ellos responderán a la invitación que el Señor les hace allá en Apocalipsis 21 y 22, donde dice: “Al que tenga sed, venga y beba del agua de la Vida gratuitamente.” Y el Cordero es el que los guía a esa fuente de agua de Vida eterna, el Cordero, el cual se ha convertido en el León de la Tribu de Judá, el cual es el Rey de reyes y Señor de señores, la raíz y el linaje de David.
Por lo tanto, ellos serán bien guiados, el Señor en Su venida los guiará, el Señor en Su venida los pastoreará, el Señor en Su venida los alimentará, por lo tanto… [Corte de audio]…
…tuvo compasión de la multitud, el Señor ha tenido compasión de la humanidad, el Señor tiene compasión por la gente, y por eso ha hecho el milagro, el milagro más grande y glorioso de este tiempo: el milagro de multiplicar el alimento espiritual ¿para qué? Para que todos los hambrientos puedan comer de él, y sean saciados.
Él ha tenido compasión, compasión de la gente, y ese ha sido nuestro tema en esta ocasión: “COMPASIÓN POR LA GENTE.”
Él tuvo compasión por la gente cuando les vio hambrientos y multiplicó el pan para alimentarlos. La compasión del Señor fue manifestada, y fue usado el poder para que esa compasión fuese efectiva. De nada vale tener compasión de algo y no hacer nada. Pero Él tuvo compasión, y usó todo el poder que tenía ¿para qué? para cubrir la necesidad que había. Y eso es lo que Él ha hecho en este tiempo: es la compasión del Señor manifiesta, así como fue la compasión del Señor manifiesta, la multiplicación de aquel alimento es la compasión del Señor manifiesta en este tiempo la multiplicación del alimento espiritual; ahí vemos la compasión de Dios manifiesta.
Podemos ver lo grande y maravilloso que es en este tiempo lo que Él está haciendo. Podemos ver que aquello literal representó esto espiritual. Esto es más grande que aquello, porque esto es en lo espiritual. Los que comieron de aquellos panes y de aquellos peces volvieron a tener hambre; pero los que comen de este pan y de estos peces, los que comen del pan espiritual, de la Palabra de Dios, del mensaje de Dios para este tiempo, para esta tercera dispensación, serán saciados; no tendrán hambre jamás. Así es que dice la Escritura, esta hambre de la cual habla, no es un hambre literal, es un hambre espiritual; por eso dice que esa multitud que nadie puede contar no tendrá hambre jamás, no tendrá hambre espiritual jamás, porque son saciados por la Palabra de Dios para esta tercera dispensación.
Que Dios nos ayude a cumplir nuestra misión, la misión de repartir este alimento espiritual, de repartir el mensaje de Dios para este tiempo a todo pueblo, nación y lengua, porque el resultado será en todo pueblo, nación y lengua; por eso la multitud que nadie puede contar es de todo pueblo, nación y lengua, porque eso es el resultado del trabajo que será llevado a cabo en este tiempo. Y a donde llegue el mensaje, habrá resultados; y de ahí saldrá la multitud que nadie puede contar: unos de un sitio, otros de otro lugar, unos de otra nación, otros de otros pueblos, y así por el estilo serán siendo añadidos a esta multitud que nadie puede contar.
Él ha tenido compasión de esa multitud, y ese alimento que ha sido preparado es para alimentarlos a ellos también. Nosotros lo hemos probado, es bueno, es alimenticio, da fortaleza; es bueno para ellos también. Él ha tenido compasión de ellos también, por lo tanto, nuestra misión es llevarles el mensaje a ellos. Ya hemos comenzado, y sabemos que los resultados serán los que dice la Escritura: una multitud que nadie puede contar.
Esa es nuestra misión: La Misión de la Palabra, eso es lo que miramos cuando llevamos el mensaje: estamos mirando lo que ha de acontecer, y por eso llevamos el mensaje que hay que llevar. No podemos llevar el mensaje de Noé porque ese mensaje no funciona hoy. Ponerse a hacer un arca literal porque el fin del mundo ha llegado, eso no funciona hoy; pero llevar la Palabra, la Palabra de Dios para este tiempo, el mensaje del Evangelio del Reino de Dios, eso sí funciona hoy, porque ese es el mensaje de Dios para hoy, ese es el alimento espiritual de Dios para el pueblo hoy.
Y eso es lo que Dios respalda hoy, y a eso es que serán añadidos esos resultados. Para que haya un resultado tan grande y glorioso como el que señala el Apocalipsis, de una multitud que nadie puede contar, eso muestra la gran labor que será hecha, y la abundancia de alimento espiritual que habrá y que será llevado por los discípulos del Señor en este tiempo final, en la Venida del Señor.
Ya hemos visto en esta ocasión nuestro tema: “COMPASIÓN POR LA GENTE.” Así como el Señor ha sentido compasión por la gente, todos tenemos que sentir lo mismo, ¿para qué? Para que pueda funcionar, y para que nuestra labor sea efectiva, sea de bendición para todo ser humano. No vamos llevando el alimento con peleas, ni vamos en contiendas, sino en amor y paz, para que todos puedan ser bendecidos.
No vamos a discutir con nadie, sabemos la necesidad que hay, y tenemos el alimento para cubrir esa necesidad. Y todo el que quiera comer, tiene la libertad de hacerlo. El alimento está a la disposición de todos, por eso a través de la radio anunciamos que el que desee recibir la literatura, los mensajes que han sido predicados, escriba para recibirlos; también que escuchen los programas de radio, en donde se estará dando la Palabra de Dios, que es el alimento espiritual; y todo eso, gratuitamente.
Sabemos la bendición de Dios que hay, sabemos que Dios está en este negocio, porque son los negocios del Señor, y en los negocios del Señor nos conviene estar. Este gran negocio de este tiempo final del Dios Todopoderoso es el negocio más grande y maravilloso de todos los tiempos, es el negocio que alimentará a la multitud, y hemos sido, somos colaboradores del Señor en esta gran labor.
Dios nos bendiga en esta mañana, Dios nos guarde, y sientan ustedes lo mismo: Compasión por la gente, y tendrán también ustedes la victoria de llevar el mensaje, el alimento espiritual, con los resultados positivos que dice la Biblia.
“COMPASIÓN POR LA GENTE.”
Dios los bendiga a todos. Vamos a dejar por aquí a nuestro hermano Pedro Márquez.
Todavía tenemos algunos días más antes de salir en el viaje misionero. Estaremos trabajando grandemente en ese viaje misionero, y ustedes estarán aquí seguros. Para mí en esta ocasión será una ocasión en que estaré más tranquilo, ya que tenemos más programas de radio y ustedes podrán estar comiendo el alimento espiritual tres veces en semana, tres días en semana, y yo creo que eso es suficiente; y para mí eso me llena de alegría. Yo sé que, aunque yo no esté, el alimento espiritual que ha sido multiplicado estará siendo repartido, siendo repartido para todos los que puedan escuchar. Ustedes estén atentos a esos programas radiales, inviten a sus familiares, inviten también a sus amistades a que sintonicen esos programas de radio; hagan ustedes su parte, para que así sean alimentados también ellos. La labor nuestra es hacer llegar a todos el alimento espiritual. Cada cual haga su parte, y al final todos habremos hecho la labor, y Dios quedará satisfecho por la labor que hayamos hecho. Y la hemos hecho con compasión, compasión por la gente.
Bueno, no veo a nuestro hermano Pedro Márquez, me está haciendo lo mismo que me hace el hermano Bermúdez, pero yo creo que ya hemos concluido en esta mañana, yo creo que es suficiente con lo que hemos hablado, así que, quiero verlo por aquí estar cerquita…
Esta noche no tendremos película, ya tuvimos dos veces películas, y cuando regrese nuestro hermano Bermúdez él ha de regresar por ahí para el culto del día 18 de este mes, él de seguro traerá alguna película, y entonces tendremos película el domingo en la noche también ese domingo, así que esperemos hasta que llegue nuestro hermano Bermúdez, y así nos volveremos a reunir durante la noche. Él se va a gozar grandemente también cuando escuche los programas de fin de semana, porque él estaba muy contento con esa programación también, y él decía: “Lo que les vale a ustedes un solo programa de radio, o lo que nos sale a nosotros un solo programa de radio de una hora, es lo que casi ustedes pagan al mes.” Allá vale muy caro transmitir una hora, sale de 500 a 800 dólares quizás, más o menos por ahí me dijo él, depende la radioemisora que se use y las emisoras que estén en cadena. Y nosotros tenemos la gran bendición de que eso nos sale por mucho menos a nosotros. Cada hora nos sale por mucho menos de lo que les sale una hora a ellos; pero ellos también transmiten programas de radio, y esos programas de una hora ellos también piensan transmitirnos en alguna ocasión, algunos fines de semana en actividades radiales. Esperamos que Dios también se manifieste poderosamente allá para beneficio de todos.
Bueno, vamos a dejar por aquí a nuestro hermano Pedro Márquez, ya puede subir. Dios les siga bendiciendo a todos.
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