Elías En El Monte De Dios
Tipo: PDF - Epub
Leer On-Line
A+ | A- |
Elías En El Monte De Dios
Rev. William Soto Santiago
25 de Septiembre de 1992
Santiago, Chile
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta tarde, para así compartir con cada uno de ustedes las bendiciones de Dios, y ver el tiempo que estamos viviendo. Ya mañana estaremos nuevamente aquí para transmitir para Valparaíso, así que, en esta tarde solamente estaremos hablando algunas palabras y mañana continuaremos.
Dice en Primera de Reyes, capítulo 19, verso 8 en adelante, esto fue cuando el profeta Elías se fue huyendo para el Monte Horeb, Monte de Dios o Monte Sinaí. Y vean ustedes, dice:
“Acab dio a Jezabel (capítulo 19, verso 1 en adelante, vamos a leer esta parte histórica) … Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho…”
O sea, fue en aquella ocasión en donde Elías en el Monte Carmelo mandó a descender fuego del Cielo, y el sacrificio que ofreció Elías a Dios fue aceptado por Dios, fuego descendió; y así encontramos que Dios dio testimonio de que Elías era Su profeta mensajero, y Elías dio testimonio del Programa de Dios, de la Palabra de Dios. Y los profetas de Baal y de Asera, el sacrificio que habían hecho, se quedó allí plantado, porque el dios de ellos no hizo anda.
Luego Elías ordenó… él había dicho: “Si Jehová es Dios, ustedes le sirven a Dios. Y si Baal es Dios, ustedes le sirven a Baal. Ahora, el Dios que responda por fuego, ese es Dios.” Luego, después encontramos que Elías dice que había hecho todo de acuerdo a la Palabra de Dios, a lo que Dios le había mostrado cuando oró a Dios para que descendiera fuego del Cielo.
Ahora, mandó Elías luego a matar a 400 o 450 profetas de Baal, y más o menos la misma cantidad de Asera; o sea, de esa religión o dios pagano.
Encontramos, vean ustedes, dice [Primera de Reyes 18:40 - 41]:
“Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló.
Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye.”
Ahora, este grupo, era un grupo grande de sacerdotes de Baal, dice que había 450 hombres, o sea, profetas de Baal, allí presentes, y profetas de Asera. Ahora, luego que Elías hace todo esto, bajo la unción del Espíritu de Dios, luego Acab va a Jezabel y le cuenta todo lo que ocurrió. Dice:
“Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. (Pero eran falsos profetas; porque no eran profetas de Jehová, sino profetas de Baal).
Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses (los dioses de ella), y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos.”
O sea que lo sentenció a decapitarlo; dijo que lo iba a decapitar, como él hizo con los falsos profetas.
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida…”
Elías ya había terminado por ese momento esa labor bajo la unción del Espíritu de Dios, y cuando quedó como cualquiera de nosotros, cuando quedó normal, encontramos…cuando quedó normal encontramos que él dijo: “Ahora Jezabel, la reina dice que me va a matar; hay peligro.” Y dice que se fue:
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida…”
O sea, que ya terminara Dios Su labor que tenía para con él, y se lo llevara a descansar al Paraíso.
“…quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.
Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.
Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.
Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.
Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios (o sea, hasta el Sinaí).”
Ahora, a todas las naciones les gustaría saber cómo conseguir de esa comida de la que le dio el Ángel, esa torta a Elías; porque si puede caminar 40 días y 40 noches sin comer nada más, es un alimento muy especial; es un alimento del Cielo. Recuerden que Dios habla del pueblo hebreo y dice que le dio pan del Cielo, comida de ángeles; así que… comida de nobles, también dice (depende la traducción que ustedes lean).
Ahora, sigue diciendo:
“…caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.”
O sea, Sinaí, donde Moisés recibió la Ley; donde la Columna de Fuego le apareció a Moisés.
“Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?
El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.”
Elías está diciendo que es el último de los profetas, el último que queda; los demás ya habían partido; y estaba en peligro de muerte.
“El le dijo (Dios le dijo): Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba (quebrantaba) las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento.”
Ahora, vean ustedes, dice:
“Y he aquí Jehová que pasaba (cuando pasaba), y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento.”
Luego, sigue diciendo:
“Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.
Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.
Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para (matarme) quitarme la vida. (Dijo lo mismo que había dicho al principio).
Y le dio Jehová…”
Ahora vean, ¿dónde estaba Dios? En el silbo apacible.
“Y le dio Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.
A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar.
Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.
Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron.”
Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones, y nos permita comprender lo que esto significa para nuestro tiempo.
“ELIAS EN EL MONTE DE DIOS.”
Elías en el Monte Sinaí.
Ese fue el monte donde Dios le apareció en una Columna de Fuego, en donde Moisés vino para ver esa visión; vio esa Columna de Fuego en una zarza, en un arbusto, y él decía: “Voy a ver por qué no se consume, no se quema ese arbusto.” Y cuando fue, escuchó la Voz que le dijo: ¡Moisés, Moisés! Quita la sandalia de tus pies; porque el lugar que pisas, santo es.” ¿Por qué? Porque allí estaba el Santo de los santos.
Ahora, esa Voz le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Allí estaba el Dios del Cielo, en ese monte, hablándole a Moisés. Allí fue también el lugar donde Dios le dijo que traería al pueblo hebreo (Moisés) cuando lo sacara de Egipto, para que ellos vieran que Moisés había dicho la verdad cuando les dijo que Dios le había aparecido en ese monte; y luego le apareció a todo el pueblo en ese monte.
Elías sabía toda esta historia. Y encontramos que cuando se vio en peligro, corrió al Monte de Dios; porque él entendió que en el Monte de Dios es el lugar seguro para todo profeta de Dios, para todo hijo de Dios.
Ahora, ahí, en ese monte, fue también que Elías recibió la revelación divina que en Israel había un remanente que no había doblado sus rodillas a Baal; y que ese remanente en número eran siete mil personas, siete mil que no doblaron sus rodillas a Baal.
Ahora, todo esto que aconteció en el Antiguo Testamento, es tipo y figura de las cosas que ocurren en el Nuevo Testamento. Por lo tanto, nos conviene saber lo que esto significa para este tiempo final.
Vean ustedes, el Monte Sinaí es un monte gentil, está en tierra gentil. El Monte Sinaí es el lugar donde Dios le revela a Moisés que hay en el pueblo hebreo unas reliquias que han permanecido fieles a Dios. Y ahora, veamos lo que dice San Pablo, el cual tuvo un conocimiento grande del pueblo hebreo y el Programa de Dios para el pueblo hebreo.
Ya que hemos visto que el pueblo hebreo rechazó a Cristo, y allí se detuvo la semana número setenta y el trato de Dios con el pueblo hebreo como nación, el trato espiritual de Dios con el pueblo hebreo, cesó, paró; y el pueblo hebreo ha estado como la visión del profeta Ezequiel: un campo lleno de huesos esparcidos por toda la tierra, por todo el campo.
Ahora, Dios le habló al profeta Ezequiel de la restauración del pueblo hebreo. Le preguntó: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?” Ezequiel dijo: “Señor, Tú lo sabes.” Dios le dijo: “Esta es la casa de Israel,” y comenzó a darle a conocer lo que Dios haría; le comenzó a mostrar, en las diferentes etapas, lo que acontecería con el pueblo hebreo; y la última etapa sería: el Hijo de hombre, Ezequiel.
Cuando se habla de Hijo del hombre o de hombre, se refiere a un profeta. Por lo tanto, Ezequiel como profeta, como Hijo de hombre, recibió la orden de llamar al Espíritu de Dios sobre el pueblo hebreo. Recibió la orden de llamar el Espíritu que el pueblo hebreo necesita recibir, que es el Espíritu de Dios, para vivir, ser un pueblo vivo con Espíritu de Dios en medio de ese pueblo, y ser la nación elegida de Dios como nación; y Dios establecer Su Reino Milenial, el Reino del Hijo de David por mil años.
Para eso se requiere una completa restauración. Y está en proceso la restauración del pueblo hebreo, y lo que le falta al pueblo hebreo es que venga el Espíritu de las cuatro esquinas o los cuatro cantones de la Tierra, el cual es llamado por un profeta, conforme a cómo está aquí. Le fue dicho a un profeta: “Hijo de hombre, llama al Espíritu de los cuatro vientos.” ¿Por qué? Porque el Espíritu para la restauración del pueblo hebreo en el fin del tiempo estaría ¿dónde?, entre los gentiles, donde estaría llevando a cabo la Obra a través de las edades durante la Dispensación de la Gracia, y luego, al final, en la Dispensación del Reino, para retornar al pueblo hebreo, y así restaurar completamente al pueblo hebreo.
Ahora, encontramos que el pueblo hebreo está en su tierra. El pueblo hebreo está diciendo que estamos en el tiempo de la Venida del Mesías, el tiempo para que se realice esa promesa. Y el pueblo hebreo está creyendo (muchos de ellos) que ya sobre la Tierra está lo que ellos están esperando. Ellos están esperando, anunciando en las calles, por dondequiera, estas cosas; y están esperando la llegada de esa bendición a su tierra. Están esperando que retorne el Espíritu de Dios a la tierra de Israel; y retornará al pueblo hebreo. Va a retornar al pueblo hebreo el Espíritu, ¿para qué?, para que sea un ejército vivo, para que sea una nación viva, con el Espíritu de Dios en medio de ellos. Y así se establecerá luego el glorioso Reino Milenial del Hijo de David.
Ahora, veamos las reliquias que no habían doblado sus rodillas a Baal. En aquel tiempo eran siete mil, en la primera manifestación de Elías; y para el fin del tiempo será la quinta manifestación de Elías, o sea, el espíritu ministerial de Elías en su quinta manifestación, en donde habrá unas reliquias en medio del pueblo hebreo.
Aquí San Pablo dice en Romanos, capítulo 9, verso 27, dice:
“También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo…”
Ahora vamos a ver ese remanente. Romanos, capítulo 11, verso 1 en adelante, dice:
“Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín.
No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo:
Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme?”
Aquí San Pablo está citando lo que leímos al principio de Primera Reyes, capítulo 19, verso 8 al 18. Pero sigue diciendo:
“Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.
Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.
Y si por gracia, ya no es por obras…”
Si por gracia, ya no por las obras de la Ley; si por la Gracia, ya no será entonces por el mensaje de la Ley, bajo la Dispensación de la ley.
Ahora, vean ustedes, San Pablo habla de un remanente que ha quedado del pueblo hebreo, el cual lo va a recibir. Ahora aquí encontramos en Romanos, capítulo 11, el mismo capítulo, verso 25 en adelante, dice:
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles (hasta que hayan entrado los hijos de Dios de entre los gentiles);
y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.”
Aquí, vean ustedes de dónde es que viene el Libertador al pueblo hebreo.
Ahora encontramos que Elías estaba allá en el Monte de Dios, en el Monte Sinaí; y allá le fue revelado que Dios tenía unas reliquias de siete mil personas. Y acá el apóstol San Pablo nos habla de las reliquias que Dios tiene; y que luego que Dios haya llevado a cabo Su trato con el pueblo gentil, haya terminado Su labor con los gentiles, hayan entrado todos los hijos de Dios de entre los gentiles al Programa divino, luego se tornará Dios al pueblo hebreo donde tendrá unas reliquias.
Esas siete mil personas que allí estaban, esas siete mil personas acá, en el fin del tiempo, están siete mil allá representando a los escogidos de en medio del pueblo hebreo en el fin del tiempo. Y vamos a ver quiénes son, cuántos son esos escogidos, esas reliquias del pueblo hebreo, y como son llamados esos escogidos del pueblo hebreo.
Recordemos que siempre un monte representa un reino; y ese Monte Sinaí, encontramos que en el Nuevo Testamento representa el Monte de Dios, que es el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Ese Monte, cuando se le menciona acá como un monte también, se le llama el Monte de Sion.
Ahora, ¿dónde estaba Elías allá cuando Dios le habló y le reveló que tenía unas reliquias en medio del pueblo hebreo de siete mil personas? Estaba en el Monte de Dios. Y acá, en el fin del tiempo, en el Monte de Dios, que es el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, es donde Dios está; porque ese es Su Monte.
Encontramos que a través de tiempos pasados hubo el cumplimiento o el equivalente a lo que aconteció allá en el Monte Sinaí, cuando Elías estuvo allí. Hubo allí un poderoso viento, y Dios no estaba allí; ese poderoso viento que allí se manifestó y todas esas diferentes cosas que se manifestaron, son en tipo y figura las diferentes etapas por donde Dios estaría pasando, hasta llegar al fin del tiempo. Dios pasó por la edad luterana: un poderoso viento que lo estremeció todo; pero allí no estaba Dios en toda Su plenitud; allí no estaba la Venida del Señor cumplida.
Luego del viento poderoso, hubo un terremoto, en tipo y figura la edad wesleyana con Wesley. Dios estaba pasando por esa edad, pero allí no estaba Dios revelado, manifestado, encarnado en toda Su plenitud; era solamente una porción de Su Palabra, la porción de la santificación para la edad luterana, como fue la justificación para la edad luterana; para la edad wesleyana la santificación.
Luego del terremoto que rompió las piedras, partió las piedras, hubo un fuego, el fuego de la edad pentecostal. ¿Recuerdan ustedes esos coritos: “Manda fuego Señor”? Es que la edad pentecostal está representa en el fuego que Elías vio en el Monte Sinaí. Luego encontramos que allí Dios colocó Su mensajero; pero en esa edad pentecostal no estaba Dios en toda Su plenitud, era una porción de Su Palabra: los dones del Espíritu vinieron a esa edad, pero Dios en toda Su plenitud no estaba allí. Y el cumplimiento de las promesas del fin del siglo y de la Venida del Señor, no estaba cumplidas allí en toda Su plenitud; solamente encontramos que esa edad tuvo la restauración de los dones.
Luego de eso, un silbo apacible. Y allí estaba Dios. Y Elías salió de la cueva y Dios le habló, ¿por qué? Porque allí estaba Dios.
Vean ustedes, Dios le habló a Elías en ese silbo apacible. Le preguntó por qué estaba allí, Elías entre los gentiles, en tierra gentil. Elías en el Monte de Dios, un monte gentil. Elías huyendo, fuera del pueblo hebreo. Elías fue profeta a hebreos y también a gentiles. Por esa causa también Dios le permitió ciertas cosas entre los gentiles, porque ese espíritu de Elías no solamente operaría en medio del pueblo hebreo, sino que también en medio del pueblo gentil en el Monte de Dios, el Monte gentil: el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo tipificado también en el Monte de Sion. Cuando se habla del Monte de Sion, se habla en tipo y figura del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo en Sus diferentes etapas o edades. Y vean ustedes, ahí Dios le reveló lo que Dios tenía en medio del pueblo hebreo: siete mil personas escogidas de Dios.
Ahora, en el Monte de Sion, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo que es el Monte del Señor, el Monte espiritual del Señor, el Monte del Señor Jesucristo, el Monte de Dios, ahí encontramos que Elías aparece. Vean ustedes, Elías ministró la primera vez en medio del pueblo hebreo; aunque le ministró a gentiles también, porque le ministraría en la trayectoria de esas manifestaciones de Elías, en algún tiempo le ministraría a los gentiles también.
Le ministró en la primera ocasión y se manifestó en medio del pueblo hebreo. En la segunda ocasión se manifestó en medio del pueblo hebreo también; un profeta levantado en medio del pueblo hebreo con la doble porción del espíritu de Elías; y ese fue Eliseo. Y luego, en la tercera ocasión en que el espíritu y virtud de Elías vino sobre la Tierra sobre un hombre, vino a Juan el Bautista; un hebreo también; y ministró la Palabra al pueblo hebreo, preparándole el camino a Jesucristo, siendo el precursor de la Primera Venida de Cristo.
Y luego, la cuarta ocasión en que aparece el espíritu y virtud de Elías ministrando, es el Monte de Sion en William Marrion Branham, el séptimo mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil, enviado con el espíritu y virtud de Elías para precursar, para prepararle el camino al Señor, para precursar la Segunda Venida del Señor; y él con su mensaje precursó, preparó el camino para la Venida del Señor. Para la Venida del Señor ¿a dónde?... Recuerden que aparece Elías en su cuarta manifestación, el espíritu y virtud de Elías en William Marion Branham, preparándole el camino al Señor. Ahora, aparece en el Monte de Sion, que es el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; y le prepara el camino al Señor para venir ¿a dónde?, al Monte de Sion.
Isaías en el capítulo 59, verso 20, dice:
“Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.”
Y acá San Pablo, en Romanos, capítulo 11, verso 26, dijo:
“…y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.”
Y ahora veamos cómo es que todo esto ocurrirá. Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante, dice:
“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo (el Sello del Dios Vivo); y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,
diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.
Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.”
¿Cuántos son, cuántos son los escogidos de Dios de en medio del pueblo hebreo?, ¿las reliquias de Israel en el fin del tiempo? Ciento cuarenta y cuatro mil. Dice:
“… ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.
De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.”
Y así sigue enumerando las tribus y los sellados con el Sello del Dios Vivo de cada tribu. Y son doce mil de cada tribu; y 12.000 por 12 son 144.000. ¿Y cómo son llamados y sellados? Son llamados y sellados por este Ángel que viene con el Sello del Dios Vivo para llamar juntar y sellar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos de en medio del pueblo de Israel.
Ahora, este Ángel viene en el espíritu y virtud de Elías en su quinta manifestación. Por esa causa, en Apocalipsis, capítulo 11, aparecen los dos Ungidos, aparecen los dos Olivos, que es el ministerio de Moisés y Elías, los cuales estarán en el Ángel del Señor Jesucristo, el cual será ungido con el espíritu y virtud de Elías por quinta ocasión y con el espíritu y virtud de Moisés por segunda ocasión, ¿para qué?, para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil y sellarlos en sus frentes.
Y luego que recogen esos escogidos, esas reliquias de en medio del pueblo hebreo, miren ustedes dónde son colocados [Apocalipsis 14:1]:
“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion...”
¿Dónde estaba? En el Monte de Sion, porque ese es el Monte de Dios, ese es el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, espiritualmente hablando. Son colocados en la cima del Monte de Sion, en la parte alta. No fueron colocados en la primera edad donde San Pablo estaba. San Pablo quiso llevarle el mensaje para convertir el pueblo hebreo a Dios en la Dispensación de la Gracia, para convertir al pueblo hebreo a Cristo; y no pudo, porque no era el tiempo porque primero tenía que entrar la plenitud de los gentiles, primero tenían que entrar los hijos de Dios en medio de los gentiles. Y luego que termine esa labor en medio de los gentiles, comienza la labor con ciento cuarenta y cuatro mil hebreos del pueblo escogido por Dios.
En cada una de las edades, el mensajero de cada edad quiso convertir al pueblo hebreo a Cristo, y no pudo; porque no era en ninguna de las siete edades, sino cuando han terminado las siete edades y ha terminado la Dispensación de la Gracia, entonces comienza la Dispensación del Reino, en donde Dios coloca el espíritu y virtud de Elías en Su Ángel mensajero por quinta vez, ahí, en el Monte de Sion, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, y le revela que hay ciento cuarenta y cuatro mil hebreos que van a recibirlo; y que ni siquiera el espíritu y virtud de Elías en su cuarta manifestación podía ir a rescatar ciento cuarenta y cuatro mil, porque todavía no había llegado el tiempo; porque todavía Dios estaba tratando con los gentiles. Y Dios no trata a la misma vez con dos pueblos: no trata con los escogidos gentiles y los escogidos hebreos a la misma vez; primero realiza la labor entre los gentiles, y luego pasa al pueblo hebreo.
Ahora encontramos que el Cordero, Jesucristo, aparece aquí en pie, dice:
“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.”
¿Y cómo fueron colocados en el Monte de Sion? ¿Y cómo recibieron ese nombre en sus frentes? Porque el Ángel con el Sello del Dios Vivo que vino y los llamó, los juntó, en cumplimiento de la promesa del Señor Jesucristo, la cual funciona para gentiles, para los escogidos gentiles y también para los escogidos hebreos, que dice: “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos.”
El ministerio que es el ministerio de Moisés por segunda vez y el ministerio de Elías por quinta vez en el Ángel del Señor Jesucristo, llama y junta a los escogidos de entre los gentiles y los sella con el Sello del Dios Vivo; y luego llamará y juntará a los escogidos del pueblo hebreo, que son ciento cuarenta y cuatro mil, y los sellará con el Sello del Dios Vivo y los colocará en el Monte de Sion, en la Edad de la Piedra Angular, en donde está el espíritu y virtud de Elías en su quinta manifestación y el de Moisés en su segunda manifestación.
Recuerden que son colocados en el Monte de Sion, que representa el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Todo esto será en la Dispensación del Reino, bajo el ministerio del Ángel del Señor Jesucristo que viene en el espíritu y virtud de Elías por quinta vez y en el espíritu y virtud de Moisés por segunda vez. El espíritu y virtud de Moisés, porque Moisés es un profeta dispensacional; y se requiere un ministerio dispensacional para cambiar una dispensación a otra dispensación, y establecer el mensaje nuevo para esa dispensación, y llamar al pueblo que formará parte de esa nueva dispensación, entre los cuales están los escogidos gentiles y los escogidos hebreos. Porque no hay otra cosa para el pueblo de Dios.
Así que, vean ustedes el porqué Elías estaba en la cueva en el Monte Sinaí: porque el espíritu y virtud de Elías estaría en el Monte de Dios, el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, en el fin del tiempo. Estuvo por cuarta ocasión, y luego por quinta ocasión en el fin del tiempo, pero vean ustedes, Elías se había ido de en medio del pueblo hebreo y estaba entre los gentiles; y Dios lo mandó de nuevo al pueblo hebreo.
Así que, Elías en el Monte de Sion, allí en la cueva, como estuvo Moisés allá, en donde le dijo Moisés a Dios: “Muéstrame Tu Gloria.” Él quería ver la Gloria de Dios. Y Dios le dijo: “Sí, la verás. Pero no podrás ver Mi rostro; porque ningún hombre podrá ver Mi rostro y vivir. Por lo tanto, Yo dejaré ver Mis espaldas; tú te colocarás en la hendidura de la peña.” Y la peña es Cristo. Y aquí Elías estaba en la cueva también para ver la Venida de Dios, la Venida del Señor. Elías en la cueva, ahí, sin ir al pueblo hebreo; aun cuando el séptimo mensajero quiso ir, le fue prohibido.
Ahora, luego de esta experiencia tan grande que Elías tuvo ahí en el Monte de Dios, luego encontramos que recibió la orden de ir al pueblo hebreo: “Regrésate de nuevo a Israel.” Y así será en el fin del tiempo: será enviado Elías para que regrese al pueblo hebreo, porque hay allí ciento cuarenta y cuatro mil rodillas que no se han doblado a Baal; no se han doblado a las religiones falsas; no se han doblado a las falsas creencias; han permanecido en la Palabra que habían recibido esperando la Venida del Señor. Y Dios bajó al pueblo hebreo en Elías, cuando regresó al pueblo hebreo Elías.
Así que, Elías en el Monte de Sion, Elías arriba, en el Monte, esperando oír a Dios; y lo oyó en el silbo apacible, en donde le dio el mensaje y le reveló las cosas que Elías necesitaba conocer. Elías en el Monte de Dios, ayer y hoy, para luego ir al pueblo hebreo.
Ahora, nosotros tenemos que aprovechar el tiempo bien aprovechado, mientras el espíritu y virtud de Elías y el espíritu y virtud de Moisés están en el Monte de Dios: el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, sin todavía llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Él está tratando con nosotros, con los escogidos del fin del tiempo, para que recibamos la transformación de nuestros cuerpos.
Así que, podemos nosotros ver y conocer, entender que Elías está en el Monte de Dios, que es el Monte de Sion, que es el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; y ahí estamos nosotros también; y allí estaba Dios con Elías, y Él está con nosotros en este tiempo.
“ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS.”
Y Dios está en Su Monte; y Elías está en el Monte de Sion; de ahí es que va ese ministerio de Elías en su quinta manifestación y el ministerio de Moisés en su segunda manifestación.
Vean ustedes que también allí fue que Moisés recibió la comisión. La comisión la recibió Moisés en el Monte de Dios para ir al pueblo hebreo; y Elías la recibió para regresar al pueblo hebreo. Y en el fin del tiempo, el espíritu y virtud de Elías y el espíritu y virtud de Moisés en el Ángel del Señor Jesucristo recibirán la orden de regresar al pueblo hebreo. Con el espíritu y virtud de Moisés le será dada la Palabra, la Ley actualizada; por eso dice en Malaquías, capítulo 4: “Acordaos de la Ley de Moisés, mi siervo.” ¿Y por qué recordar la ley de Moisés? Porque será actualizada. No que será establecida literalmente, sino lo que tuvo el pueblo hebreo allá, vendrá a ser el tipo y figura de lo que el pueblo recibirá en el fin del tiempo; lo que fue el Mensaje de la Ley, vendrá a ser, en tipo y figura, ese Mensaje de la Ley, viene a ser el tipo y figura del Mensaje del Evangelio del Reino.
Así que, vean ustedes de dónde sale Moisés y Elías, de dónde salen los dos Ungidos, los dos Olivos: del Monte de Dios. Del Monte de Dios para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, lo cual es motivo de alegría, de regocijo para cada uno de nosotros. Y no tenemos nada que envidiarle al pueblo hebreo, ¿por qué?, porque lo que ellos van a recibir sale del Monte de Dios, sale del Monte de Sion; y ellos van a ser traídos al Monte de Dios, al Monte de Sion, como Moisés trajo al pueblo hebreo al Monte de Sion o al Monte Sinaí, al Monte de Dios. Y nosotros no tenemos nada que envidiarle al pueblo hebreo, ¿por qué?, porque antes del pueblo hebreo recibir lo que está esperando, ¡nosotros lo tenemos! ¡Nosotros lo hemos recibido primero! Y luego pasará la bendición al pueblo hebreo.
La bendición para nosotros es mayor, porque el pueblo hebreo morirá; ciento cuarenta y cuatro mil serán perseguidos, y serán mártires, morirán; y luego resucitarán, al final de la gran tribulación, para estar en el glorioso Reino Milenial. Pero ellos no resucitarán en cuerpos como los nuestros. Los que tienen el privilegio de tener un cuerpo como el nuestro, serán solamente los escogidos de Dios. El nivel más alto de un cuerpo lo tendrán los escogidos de Dios de entre los gentiles, juntamente con el Señor Jesucristo, y al cual y del cual seremos a imagen y semejanza.
Así que, el pueblo hebreo, ciento cuarenta y cuatro mil, estarán en el Reino Milenial, y estarán allí como eunucos, dice que son eunucos: no se contaminaron con otras religiones. Son eunucos, por lo tanto, los eunucos en un reino servían a la reina, servían a ese reino, eran los sirvientes. Y el pueblo hebreo, ciento cuarenta y cuatro mil estarán a la disposición del Rey y la Reina, de Cristo y Su esposa. La Esposa de Cristo, Su Cuerpo Místico, son los que se sientan con Él, los que reinan con Él por mil años, como reyes y sacerdotes; y ciento cuarenta y cuatro mil como los eunucos del Reino, como los que servirán al Rey y la Reina. Y en medio del pueblo hebreo se establecerá ese glorioso Reino en donde el Señor tomará el Trono de David, como Hijo de David, y reinará por mil años para comenzar.
Así que, vean ustedes las bendiciones que nosotros tenemos, las cuales yo aprecio mucho, y le agradezco a Dios estas bendiciones que Él nos ha dado en Su Monte, el Monte de Dios, el Monte de Sion, el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular; en donde está ese silbo apacible, ese silbo apacible que nosotros podemos escuchar, ese silbo apacible que le habla y le revela al Ángel del Señor Jesucristo las cosas que deben suceder pronto, y él nos la da a conocer a nosotros.
Así que, permanezcamos reverentes en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, porque estamos en el Monte de Dios. El Monte en donde la Gloria de Dios está siendo manifestada; el Monte donde Dios dijo que se realizaría la Venida del Redentor; del Redentor que redimiría a Israel como pueblo, como nación, que lo redimiría, o sea que lo volvería a hacer una nación con el Espíritu de Dios en medio de ellos.
Israel volverá a su posesión, posición y posesión original en el Programa de Dios. Israel será restaurado, y Dios estará allí, y morará en medio de Israel.
“ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS.”
Eso es lo que tenemos en este tiempo final. Y en el Monte de Dios, pues está Dios, y en el Monte de Dios está el silbo apacible. En el Monte de Dios en etapas o edades pasadas estuvo también ese viento recio; también estuvo ese terremoto; y también estuvo ese fuego abrasador; y luego, en la cuarta etapa, el silbo apacible para nosotros, hablándonos Su Palabra.
Que Dios continúe hablándonos en y con ese silbo apacible, para que así sepamos nosotros las cosas que deben suceder conforme al Programa divino en este tiempo final. Podemos decir: “Dios está en Su Monte,” y también decimos: “Elías está en el Monte de Dios,” y también decimos: “¡Y todos nosotros estamos en el Monte de Dios!” Y pronto estarán ciento cuarenta y cuatro mil hebreos en el Monte de Dios, en el Monte de Sion, y estarán… serán sellados con el Sello del Dios Vivo, y tendrán el Nombre del Cordero, el Nombre de Cristo, y el Nombre de Su Padre escrito en sus frentes; o sea cuando habla de “sus frentes” habla de sus mentes, habla de sus almas, habla de la revelación divina siendo dada a ellos. La revelación de quién es Dios y cuál es Su Nombre para la Dispensación del Reino.
“ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS.”
¿Dónde? En el Monte de Dios donde está Dios; y cada uno de nosotros en el Monte de Dios, donde está Dios, donde está Elías, y donde estarán ciento cuarenta y cuatro mil hebreos también.
Que Dios nos continúe bendiciendo a todos, que Dios nos guarde, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Dios en el Monte de Dios.
“ELÍAS EN EL MONTE DE DIOS.”
Y todos nosotros también en el Monte de Dios.
Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín para concluir nuestra parte en esta noche, ya está oscurito parece, y mañana continuaremos aquí. Ya en la noche estaremos en la reunión de ministros, pero todos pueden estar aquí, todas las personas que deseen, porque estaremos transmitiendo para Valparaíso, ellos estarán allí reunidos y nosotros estaremos aquí transmitiéndoles para ellos allá y los que desean escuchar en el Monte de Dios la Voz de ese silbo apacible, lo que esa Voz le dijo a Elías en el Monte de Dios.
Están invitados, y escucharemos las cosas que el silbo apacible le está y le estará diciendo a Elías en el Monte de Dios.
Así que, es para que todos sepamos lo que está siendo dicho de parte de Dios en ese silbo apacible, porque nosotros estamos en ese Monte también.
Así que, no tenemos un viento recio, ni tenemos tampoco un terremoto, ni tampoco tenemos un fuego rompiendo las rocas, pero tenemos una cosa… Miren ustedes: en el viento recio Dios no habló; solamente fue una etapa del Programa divino en donde Él reveló una porción de Su Palabra: “El justo por la fe vivirá.” Luego la segunda parte o etapa: santificación, en la edad *wesleyana; luego: los dones del Espíritu restaurados en la edad pentecostal.
Pero cuando Elías escuchó el silbo apacible, ahí habló Dios. No hubo mucho ruido, no hubo ruido; no hubo un viento recio, no hubo un terremoto, ni hubo un fuego envolvente abriendo las rocas, sino un silbo apacible: la quietud del Espíritu de Dios para hablarle a Elías el mensaje que él tenía que recibir. Y Elías no salió de la cueva hasta que escuchó ese silbo apacible donde estaba Dios. Y escuchó la Voz de Dios que le dijo todo lo que tenía que hacer; le reveló todo Su Programa, y le dijo cómo hacer para regresar al pueblo hebreo.
Así que, para mañana yo les invito a escuchar lo que el Silbo apacible, la Voz del Señor nos está diciendo en este tiempo final. Yo les diré todo lo que Él me ha estado diciendo; eso es lo que les he estado diciendo en todas las ocasiones que he estado dándole a conocer la Palabra de Dios para nuestro tiempo, Y para mí es un privilegio muy grande compartir con ustedes lo que la Voz del Señor en ese silbo apacible me ha está hablando en el Monte de Dios.
Mañana, para los que quieran seguir escuchando lo que la Voz ha estado diciendo en ese silbo apacible, los que deseen continuar escuchando, están invitados para mañana a las 5:00 de la tarde, Dios mediante. No sé cómo ustedes dicen, nosotros decimos “Dios mediante”, otros dicen “si Dios quiere, si Dios permite” y en Guatemala dicen “primero Dios.”
Así que, Dios nos continúe bendiciendo, Dios nos guarde, y adelante, escuchando en el Monte de Sion, en el Monte de Dios, lo que está diciendo la Voz del Señor en ese silbo apacible.
Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín, Dios les guarde y Dios les bendiga a todos en esta noche.
Leer PDF
Descargas
El León de Juda Rugiendo tiene como misión principal compartir la palabra de Dios vindicada para este tiempo, los mensajes obtenidos pueden ser consultados y verificados con los respectivos PDF's, si se desea obtener más información respecto al material expuesto en este sitio web del Rv. William Marrion Branham, puede acceder a branham.org para más información.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario ya que es muy valioso para nosotros