La Voz de la Escritura - Dr. William Soto Santiago |
La Voz de la Escritura
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La Voz de la Escritura
Rev. William Soto Santiago
29 de Agosto de 1993
-
Quiero leer una Escritura en el libro del
Éxodo, en el capítulo 3, verso 1 al 14, y dice así:
Quiero leer en el libro del profeta Daniel,
en el capítulo 2, verso 31 en adelante, donde nos dice así el profeta Daniel:
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a
través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.
Y se le apareció el Angel de Jehová en una
llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en
fuego, y la zarza no se consumía.
Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré
esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.
Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios
de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.
Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de
tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de
Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro,
porque tuvo miedo de mirar a Dios.
Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción
de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores;
pues he conocido sus angustias,
y he descendido para librarlos de mano de los
egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que
fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
El clamor, pues, de los hijos de Israel ha
venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los
oprimen.
Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón,
para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy
yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?
Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo;
y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto
al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los
hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a
vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?
Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY.
Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.
Además, dijo Dios a Moisés: Así dirás a los
hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios
de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para
siempre; este es mi memorial por todos los siglos.
Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y
diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de
Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os
hace en Egipto; y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra
del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del
heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y
miel.
Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de
Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha
encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el
desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios.
Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará
ir sino por mano fuerte.
Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto
con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir (entonces os
dejará ir).
Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de
los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías;
sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su
huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y
vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y
despojaréis a Egipto.”
Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros
corazones y nos permita entenderla, entender: “LA VOZ DE LA ESCRITURA.”
¿Qué estaba Moisés escuchando cuando la
Columna de fuego estuvo hablándole en esta zarza ardiente? Moisés allí estaba
escuchando la Voz de la Escritura. La Voz de la Escritura correspondiente para
ser cumplida en ese tiempo.
Encontramos que Dios había dicho a Abraham en
el Génesis, en el capítulo 15, verso 12 en adelante:
“Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a
Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.
Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto
que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será
oprimida cuatrocientos años.
Mas también a la nación a la cual servirán,
juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza (saldrán con gran
riqueza).
Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás
sepultado en buena vejez.
Y en la cuarta generación volverán acá;
porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.”
Ahora, Moisés cuando estuvo en el monte Sinaí
escuchando al Ángel del Pacto hablándole en esa llama de fuego, allí Moisés
estaba escuchando la Voz de la Escritura prometida para aquel tiempo para la
liberación del pueblo hebreo al cumplirse ya los cuatrocientos años.
Ya estaban cumplidos cuatrocientos años, ya
iban por cuatrocientos treinta años aproximadamente; cuando el pueblo de Israel
salió de Egipto, allí se estaban cumpliendo cuatrocientos treinta años. Pero
Dios le había dicho a Abraham que cumplidos cuatrocientos años Él libertaría al
pueblo y juzgaría con mano fuerte a la nación donde estaría ese pueblo
esclavizado.
Ahora Dios no le dijo a Abraham: “Será el
pueblo egipcio,” Dios no le dijo a Abraham en donde estaría su descendencia,
pero le dijo lo que le pasaría a su descendencia, y le dijo también que vendría
un imperio o reino que tendría esclavizado al pueblo hebreo.
Ahora Dios dejó oculto ese misterio porque
ese misterio tenía que ser abierto en el tiempo correspondiente. Cuando el
pueblo hebreo fue esclavizado allí estaba cumpliéndose esa etapa, y luego
cuando llegó Moisés, llegó para Dios cumplir la etapa de la liberación del
pueblo hebreo.
Por esa causa la Columna de fuego, el Ángel
del Pacto, que es Jesucristo en esa teofanía, en esa Columna de fuego,
encontramos que no le habló a Moisés de otra cosa sino de la Escritura
correspondiente para ese tiempo; porque cuando viene la Columna de fuego,
Jesucristo en esa manifestación divina, en esa teofanía, en Espíritu Santo,
cuando viene en esa forma glorificado, ¿Él viene hablando qué? Él viene
hablando la Palabra, la Escritura que corresponde para ese tiempo. Él no puede
estar hablando de otra cosa sino de lo que corresponde para ese tiempo; por esa
causa cuando descendió y habló con Moisés le dijo así... en el verso 7 en
adelante dijo: “Dijo luego Jehová...” Recuerden, en algunos lugares dice... miren
ustedes aquí en el verso 2:
“Y se le apareció el Angel de Jehová en una
llama de fuego en medio de una zarza.”
Ahora acá en el verso 7 de este mismo
capítulo 3 del Éxodo:
“Dijo luego Jehová: Bien he visto la
aflicción de mi pueblo que está en Egipto...”
Algunas personas podrían pensar: “¿Pero el
Ángel del Pacto es una cosa, y Jehová es otra?” No. Es el mismo, es el mismo
Dios, el mismo Creador de los Cielos y de la Tierra manifestado en esa
teofanía, en esa Columna de fuego. Y dijo:
“Bien he visto la aflicción de mi pueblo que
está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido
sus angustias,
y he descendido para librarlos de mano de los
egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que
fluye leche y miel...”
Y comenzó a decir dónde estaba esa tierra,
dice:
“...a los lugares del cananeo, del heteo, del
amorreo, del ferezeo, del heveo
y del jebuseo.
El clamor, pues, de los hijos de Israel ha
venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los
oprimen.”
Ahora vean para qué descendió la Columna de
fuego: porque había visto la opresión que le tenían al pueblo hebreo, la
esclavitud en la cual se encontraban; y había descendido para librar al pueblo
hebreo, para libertarlos porque el clamor de los hijos de Israel había llegado
delante de Dios, habían orado y habían clamado por esa liberación; y cuando lo
hacían estaban clamando de acuerdo a las promesas de Dios para ese tiempo, así
como cuando nosotros clamamos a Dios y pedimos la liberación, pedimos la
transformación de nuestros cuerpos y el rapto, estamos pidiendo de acuerdo a lo
que Dios ha prometido para este tiempo final.
Pero vean ustedes, para Dios realizar esa
liberación que ellos necesitaban, dice Dios aquí:
“Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a
Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.”
Siempre Dios hará cumplir lo que Él ha
prometido para cada edad o para cada dispensación, ha descendido y luego ha
llamado a un hombre que Él ha predestinado, ha elegido, ha escogido desde antes
de la fundación del mundo y lo ha enviado a vivir en ese tiempo, y lo ha
enviado ya diseñado por Dios con las dos conciencias juntas para que pueda
encontrarse con Dios y oír de Dios en el tiempo señalado por Dios, para Dios
revelarse a él y mostrarle Su programa correspondiente para ese tiempo.
Y cuando esa persona escucha a Dios en ese
tiempo, está escuchando la Voz de la Escritura que corresponde para ese tiempo;
porque Dios le habla de lo que corresponde para ese tiempo, y le dice: “Vé y haz esto así y así, y habla estas cosas.” Así le dijo
Dios a Moisés, y le dijo: “Vé, Yo pondré mi Palabra
en tu boca, y Yo estaré contigo y ellos te escucharán.” El pueblo hebreo, el
pueblo que iba a ser libertado, lo escucharía; porque no puede ser libertado el
pueblo a menos que no escuche la Palabra que Dios pone en la boca de su
mensajero, y esa Palabra es la Voz de la Escritura; ese mensajero le habla de
las promesas que Dios ha dado para ese tiempo, para Dios cumplirlas en ese
tiempo.
Ahora vean ustedes, la Voz de la Escritura,
eso era lo que estaba escuchando Moisés; y envió a Moisés al pueblo hebreo con
ese mensaje en el cual le daba a conocer que había llegado el tiempo de la
liberación del pueblo hebreo y que Dios había descendido para librarlos.
Cuando el pueblo hebreo estuvo escuchando a
Moisés, cuando los ancianos de Israel estuvieron escuchando a Moisés, ¿qué
estaban escuchando? La Voz de la Escritura. Y cuando Dios dijo: “Yo los
libertaré,” cuando llegó Moisés a Egipto y se le presentó a los ancianos de
Israel y luego al pueblo hebreo, allí ellos estaban viendo la Voz de la
Escritura velada en carne humana; porque en Moisés venía esa liberación divina,
porque Dios estaba en Moisés y con Moisés.
Cuando llega el tiempo del cumplimiento de la
promesa divina, la Palabra escrita, la Escritura, la Voz de la Escritura, viene
a manifestarse en carne humana y de esa carne humana, que es el mensajero para
ese tiempo, sale la Palabra hablada, sale el mensaje profético para esa edad
para cumplirse lo que Dios ha prometido para ese tiempo.
Cuando el pueblo hebreo estaba viendo a
Moisés ¿estaba viendo qué? la Voz de la Escritura encarnada en un hombre, para
cumplirse todo lo que Dios había prometido al pueblo hebreo.
Ahora miren también una cosa: Dios había
dicho que sacaría al pueblo hebreo con gran riqueza. ¿Y cómo se podrían
explicar las personas del pueblo hebreo y otras personas que leyeran esa
Escritura en donde Dios le había hablado a Abraham, cómo es posible que un
pueblo esclavo salga libre con gran riqueza? Ese era un secreto que estaba
oculto en la Mente de Dios, nadie sabía cómo sería eso; pero luego cuando llegó
el tiempo para cumplirse lo que Dios había prometido, dice Dios a Moisés:
“Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos
de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías;
sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su
huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y
vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis
a Egipto.”
Después de cuatrocientos treinta años de
esclavitud, o cuatrocientos años de esclavitud, un pueblo no podía salir con
las manos vacías.
Así que vean ustedes la forma en que ellos
iban a salir con gran riqueza; pero Dios no había mostrado a Abraham cómo
sería, pero se lo mostró a Moisés. Porque en el tiempo de Moisés era el tiempo
para Dios cumplir esas promesas, pero estaba sellada esa promesa en lo que le
dijo a Abraham; y fue abierta esa promesa, fue abierto ese misterio cuando Dios
se lo reveló a Moisés.
Así que cuando Dios le dijo: “Para que salgan
con gran riqueza van a pedirle a los egipcios oro, plata y vestidos y alhajas,
y así Yo daré gracia delante de los egipcios, y le darán todo lo que ustedes
pidan.” Esa era la forma que Dios tenía, y para ser usada en ese momento, no
antes de tiempo ni después de tiempo tampoco. Así que vean ustedes cómo es que
Dios cumple lo que Él prometió.
También Él había dicho que con mano fuerte
libertaría a los hijos de Israel; y para sacarlos con mano fuerte ¿enviaría
qué? Las plagas, los juicios, y pondría en Moisés y en su boca la Palabra
creadora para Moisés hablar esa Palabra y materializarse todo juicio que Dios
tenía sellado, escondido, cuando le dijo a Abraham que sacaría al pueblo con mano
fuerte. Y eso cuando dice: “Con mano fuerte,” eso habla del juicio divino
contra los opresores, contra los que tenían esclavizado al pueblo hebreo.
Ahora miren ustedes, cuando llega el tiempo
para la Escritura cumplirse, la Voz de la Escritura está en el Ángel del Pacto,
en Jesucristo, y del Ángel del Pacto, de Jesucristo, pasa al mensajero
correspondiente para ese tiempo donde se tiene que cumplir la Escritura; y él
la ve, la entiende, le es abierto ese misterio y es enviado al pueblo con ese
mensaje para darle a conocer al pueblo la Voz de la Escritura que le ha sido
revelada, abierta a él, la cual él ha escuchado. Y el pueblo cuando comienza a
escuchar a ese mensajero dando a conocer esos misterios del Reino de Dios, ¿qué
está escuchando ese pueblo? Está escuchando la Voz de la Escritura siendo
abierta al pueblo, está escuchando la Voz de la Escritura que ha sido dada al
mensajero, y del mensajero pasa al pueblo.
La Voz de la Escritura cuando el mensajero ha
recibido ese mensaje, esa Voz de la Escritura se vela en carne humana; y luego
cuando ese mensajero da su mensaje está revelándose la Voz de la Escritura a
través de carne humana. Y esa Voz de la Escritura no puede venir por cualquier
persona sino por medio del mensajero que corresponde para esa edad o para esa
dispensación. Y ay de aquel que tuerza lo que la Voz de la Escritura dice,
porque se encuentra en graves problemas con Dios. Debe quedar tal y como ha
sido dicho lo que la Voz de la Escritura ha hablado para ese tiempo.
En los días de Moisés fue así, como también
fue así en los días de Abraham, también fue así anteriormente en los días de
Enoc y en los días de Noé. También fue así en otros tiempos pasados. fue así en
el tiempo del profeta Elías, fue así también en el tiempo del profeta Eliseo,
fue así también en el tiempo del profeta Miqueas, el cual vio el cumplimiento
de lo que el profeta Elías había dicho; fue así también en el tiempo de Josué,
el cual vio el cumplimiento de lo que Dios había prometido a través de Moisés,
él vio al pueblo hebreo entrando con él a la tierra prometida, eso lo vio
Josué, ¿y qué era eso? Era el cumplimiento de la Escritura.
Ellos lucharon hasta obtener lo que la
Escritura decía para ese tiempo; porque toda persona puede obtener lo que la
Escritura promete para el tiempo en que vive, luchando para recibir eso que Él
ha prometido, pero tiene que luchar creyéndolo con fe y valor; porque Dios no
da lo que Él ha prometido a los que no son valientes; tampoco no da lo que Él
ha prometido a los incrédulos sino a los creyentes.
Por esa causa se necesita creer a la Voz de
la Escritura, se necesita creer todo lo que Dios ha prometido para el tiempo en
que uno vive, y luego escuchar eso que Dios ha prometido por medio del
mensajero que corresponde para ese tiempo, en el cual se vela todo lo que Él ha
prometido para ese tiempo, se vela en carne humana la Voz de la Escritura.
Primeramente, Dios lo habló, luego fue
escrito, y luego de estar escrito, luego cuando llega el tiempo para su
cumplimiento Dios lo habla al mensajero que Él tiene para ese tiempo, en el
cual está sellado ese Programa divino, está sellada esa Palabra divina; y
cuando Dios abre en ese mensajero ese misterio, él lo único que puede decir:
“Esto era lo que estaba dentro de mí, esto era lo que yo estaba esperando
comprender, esto era lo que yo esperaba de Ti.” Y comienza ese mensajero a ver
todo ese programa tan hermoso correspondiente para ese tiempo, y comienza a
predicarlo; y cuando los hijos de Dios correspondientes para ese tiempo
comienzan a escuchar ese mensaje, dicen: “Pero si esto era lo que yo estaba
esperando, esto eran las cosas que yo quería comprender, estas eran las cosas
que a mí me tocaban el corazón.”
¿Por qué? Porque todo eso estaba sellado en
el mensajero y en los hijos de Dios correspondientes para ese tiempo; y así se
abre ese misterio para esa edad o para esa dispensación.
Miren ustedes en el tiempo del profeta
Isaías, en el tiempo del profeta Isaías él dijo por Palabra de Dios: “He aquí
la voz de uno que clama en el desierto: aparejad el camino del Señor.” [Isaías
40:3]. Y también el profeta Malaquías dijo: “He aquí yo envió a Elías el
profeta, antes que venga el día grande y terrible de Jehová.” [Malaquías 4:5].
Y así por el estilo encontramos en diferentes lugares promesas de un mensajero
que vendría.
Por ejemplo, en el capítulo 3 de Malaquías
también dice: “He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz (o de mi faz),
el cual preparará mi camino delante de mí.” Eso fue la Escritura, la Voz de
Dios hablando lo que acontecería en el Programa divino para preparar al pueblo
para la primera Venida de Cristo.
Pero cuando apareció Juan el Bautista, allí
estaba cada promesa divina del precursor de la primera Venida de Cristo,
¿estaba cómo? Estaba esa Palabra encarnada en un hombre Juan el Bautista era la
Voz de uno que clama en el desierto; ya la Escritura se había convertido en
carne. Y Juan el Bautista sabía quién él era; por esa causa cuando le
preguntaron: “¿Eres tú Fulano de tal? ¿Eres tú Elías?” Él dijo: “No.” ¿Por qué?
Porque estaban preguntando si era Elías literal; porque el pueblo hebreo estaba
esperando literalmente al profeta Elías nuevamente, y no comprendían que cuando
Dios promete la Venida de Elías, es el espíritu ministerial de Elías en otro
hombre. Y ya el espíritu ministerial de Elías había venido la primera vez en
Elías Tisbita, y la segunda vez fue en Eliseo con una
doble porción, y la tercera vez fue en Juan el Bautista, del cual dijo el Señor
Jesucristo: “Si ustedes lo quieren recibir, él es aquel Elías que habría de
venir.” Jesucristo lo identificó como Elías, pero sin embargo se llamaba Juan,
pero el espíritu ministerial que estaba en Juan el Bautista era el espíritu
ministerial de Elías, era el espíritu y virtud de Elías operando por tercera
vez.
Así que vean ustedes, era la Voz de la
Escritura hecha carne; y por esa causa cuando a él le tocó identificarse y dar
testimonio de quién él era, él dijo: “Yo soy la voz de uno que clama en el
desierto: aparejad el camino del Señor.” Él dio testimonio de quién él era.
Si le hubieran preguntado: “¿Eres tú el
mensajero que vendría con el espíritu y virtud de Elías?” Él tenía que decir
que sí; pero le preguntaron: “¿Eres tú Elías?” y ya Elías había partido hacía
tiempo, y el pueblo le estaba esperando literalmente, como algunas personas
esperan siempre la venida de algún personaje que en la Biblia haya estado
viviendo aquí en la Tierra, y luego se haya ido y la Escritura diga que vendrá.
Por ejemplo, Elías: “Elías vendrá.” Y cuando dice así la Escritura, pues
pensaban que era literalmente que vendría Elías Tisbita,
y era el espíritu ministerial de Elías, o sea otro hombre con ese mismo
espíritu ministerial.
Y eso es lo que sucede con las personas
algunas veces, que no comprenden que cuando Dios promete el regreso de otro
personaje bíblico es otra persona con el mismo espíritu ministerial. Si las
personas comprendieran éste gran misterio del Reino de Dios, todo el Programa
divino se les aclararía. Pues también tenemos la promesa en la Escritura de la
venida de los dos Olivos, que son el ministerio de Moisés y Elías repitiéndose
en el fin del tiempo. El ministerio de Elías repitiéndose por quinta vez,
porque también por cuarta vez ya fue manifestado en William Marrion
Branham, mensajero de Dios para la séptima etapa o
edad de la Iglesia gentil en Norteamérica; y en el fin del tiempo en su quinta
manifestación el espíritu y virtud de Elías en otro ángel mensajero, en el
Ángel del Señor Jesucristo. Y luego también está prometido el ministerio de
Moisés en el fin del tiempo.
En Apocalipsis, capítulo 11 y en Zacarías,
capítulo 4 nos habla de los dos Olivos, y por esa causa encontramos que las
mismas cosas que hizo Elías y luego hizo también Moisés, son las mismas cosas
que son repetidas en Apocalipsis, capítulo 11, y dice que esos son los dos
ungidos que están delante de la presencia de Dios.”
Y el pueblo si no comprende que cuando Dios
promete nuevamente el ministerio de un profeta pasado, es ese ministerio en
otro hombre; ¿y es posible que aparezcan dos ministerios proféticos en el mismo
tiempo? Sí, aunque Dios no puede tener dos profetas mayores al mismo tiempo, y
eso Él lo resuelve como hizo en Eliseo, cuando Eliseo pidió la doble porción
del espíritu que estaba en Elías; Dios en Eliseo envió una doble porción.
Porque Dios puede enviar una doble porción
ministerial, Él puede enviar el espíritu y virtud de Elías en el fin del tiempo
en su quinta manifestación, y puede enviar el espíritu y virtud de Moisés en su
segunda manifestación en un sólo profeta mensajero, el cual es señalado en la
Escritura como el Ángel del Señor Jesucristo, el cual viene con el sello del
Dios vivo para llamar, juntar y sellar a los escogidos de Dios de en medio del pueblo
hebreo; pero primero llama, junta y sella a los escogidos de Dios de en medio
de los gentiles.
Así Él cumple en el fin del tiempo la
Escritura, y así los escogidos en el fin del tiempo estarán viendo la Voz de la
Escritura velada en carne humana, en el Ángel del Señor Jesucristo,
cumpliéndose esa Escritura, y estarán escuchando la Voz de la Escritura siendo
proclamada en el fin del tiempo, y dando a conocer estos misterios del Reino de
Dios a todos los hijos de Dios.
Los escogidos de Dios al escuchar el mensaje
no estarán escuchando otra cosa, sino la Voz de la Escritura que nos habla lo
que Dios han prometido para este tiempo final.
Miren ustedes, cuando el pueblo estaba
escuchando a Juan el Bautista, ¿qué estaban escuchando? La Voz de la Escritura
que estaba velada en carne humana en Juan el Bautista, y estaba proclamando lo
que la Escritura decía para ese tiempo; allí estaba el hombre con el espíritu y
virtud de Elías, como había dicho el Arcángel Gabriel a Zacarías, cuando le
dijo que tendría un hijo y sería profeta del Altísimo y vendría en el espíritu
y virtud de Elías. Cuando estaban escuchando a Juan el Bautista, estaban
escuchando la Voz de la Escritura correspondiente para ese tiempo, para precursar la primera Venida de Cristo.
Vean ustedes que la Voz de la Escritura en
carne humana precursa la primera Venida de Cristo en
Juan el Bautista; y luego cuando apareció Jesús de Nazaret, apareció allí la
Voz de la Escritura velada en carne humana; pues la Escritura decía, en la
profecía de Isaías, que la virgen concebiría y daría a luz un hijo. Dijo que la
virgen tendría un hijo, y su hijo sería Emanuel, que traducido es “Dios con
nosotros.” Dijo que un niño nacería, y el principado estaría sobre su hombro, y
llamaríase su nombre Admirable, Consejero,
Dios fuerte, Padre eterno; todas estas cosas fueron dichas de un niño que
nacería. Y cuando estuvo allí Jesús en medio de ellos naciendo, allí estaba la
Voz de la Escritura en carne humana; la Escritura se había hecho carne, se había
hecho hombre. Y luego encontramos la vida de Jesús de Nazaret siendo la vida de
la Escritura hecha carne, la Voz de la Escritura manifestada en forma humana.
Por eso Jesús decía: “Yo no hablo nada de mí
mismo, sino lo que Yo escucho al Padre hablar, y Yo no hago nada de mí mismo,
sino lo que Yo veo al Padre hacer.” Por eso también Él decía: “Padre, la
palabra que me diste les he dado, y ellos la recibieron.” ¿Qué estaba dándole
Jesús al pueblo? Estaba dándole la Voz de la Escritura, lo que la Escritura
decía para ese tiempo que Dios realizaría con relación a la Venida del Mesías.
Vean ustedes que el mensaje correspondiente
para una edad o una dispensación gira alrededor de lo que Dios ha prometido
para esa edad o para esa dispensación; y cuando el pueblo escucha ese mensaje
dando a conocer esos misterios que estaban ocultos en la Mente de Dios, de lo
que Dios realizaría para ese tiempo, pero que fue escrito proféticamente,
encontramos que el pueblo entonces está escuchando también la Voz de la
Escritura como la escuchó el mensajero correspondiente para ese tiempo.
Cuando el pueblo recibe al mensajero con ese
mensaje, está recibiendo la Voz de la Escritura velada en carne humana en el
mensajero; y luego el pueblo recibiendo ese mensaje, ese mensaje se encarna en
ellos también. Y cuando ellos comienzan a proclamar, a dar a conocer ese
mensaje que han recibido, el pueblo, el mundo, la gente, están escuchando
entonces la Voz de la Escritura velada en un pueblo, velada en las personas que
han recibido ese mensaje; y la comunidad, la nación y el mundo entero está
escuchando la Voz de la Escritura velada en los escogidos de Dios
correspondientes para ese tiempo en la edad y dispensación que les corresponde.
Así es como se revela Jesucristo, Dios. El
así es como se da a conocer: se da a conocer cumpliendo lo que Él prometió y
velándose la Escritura, la Palabra en carne humana, porque Él es la Palabra.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Y
aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.” La Palabra, el Verbo, se
ha hecho carne en cada edad y en cada dispensación en el mensajero y luego en
el pueblo que ha recibido esa Palabra. Así es como la Palabra se hace carne y
la carne nuestra se hace Palabra; y así es como tenemos la Voz de la Escritura
en cada edad y en cada dispensación.
Jesucristo en Su primera Venida, dice la
Escritura que era el Verbo hecho carne:
“Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre
nosotros (y vimos su gloria, como
la gloria del unigénito del Padre), lleno de gracia y de virtud.”
Eso está en San Juan, capítulo 1, verso 14. Y
San Juan, capítulo 1, verso 18, dice:
“A Dios nadie jamás le vio; el unigénito
Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró.”
Así es como Dios se declara: a través de
carne humana; y así es como podemos ver a Dios en la edad o dispensación que
nos toca a nosotros vivir, como lo vieron en edades y dispensaciones pasadas.
La Voz de la Escritura es la Voz que todos
los hijos de Dios necesitan escuchar en la edad o dispensación en que ellos
están viviendo; porque esa es la Voz de Dios para Sus hijos en el tiempo en que
ellos están viviendo.
Y esa Voz de la Escritura cuando se da a
conocer al pueblo, se da a conocer por medio del mensaje que corresponde para
esa edad o esa dispensación; y ese mensaje es la Voz de la Escritura siendo
hablado, siendo hablada esa Palabra, siendo hablada toda Escritura que
corresponde para ese tiempo; la cual, como les dije, cuando llega el tiempo
para su cumplimiento, Jesucristo en esa Columna de fuego desciende, se revela a
Su mensajero de esa edad o de esa dispensación, y ahí es donde se vela en carne
humana esa Palabra, esa Voz de la Escritura.
Y por esa causa es que cuando sale el
mensajero dando ese mensaje, dando a conocer todas esas Escrituras que
corresponden para ese tiempo, revelando el contenido, el significado de esas
Escrituras, muchas personas dicen: “Eso es lo que dice Fulano de tal, eso es lo
que enseña Fulano de tal.” Por ejemplo, en el tiempo de Moisés podían decir:
“Eso es lo que dice Moisés.” Pero no era lo que decía Moisés, era lo que Dios
le dijo a Moisés, lo cual se encarnó en Moisés y Moisés lo habló. Dios le dijo:
“Yo pondré mi Palabra en tu boca, y tú hablarás lo que yo te mande.”
Eso es lo que Dios hace con cada profeta de
cada edad y de cada dispensación: Él coloca Su Palabra, la Voz de la Escritura
en el corazón y en la boca de ese profeta mensajero; y luego él, al ver todo
ese programa abierto comienza a proclamarlo, comienza a proclamar las promesas
de Dios correspondientes para ese tiempo; y los que están escritos en el Libro
de la Vida, en una sección o en otra sección, comienzan a escuchar ese mensaje
y Dios les abre el entendimiento, les abre el corazón, y comienza esa Palabra a
entrar al alma de esas personas, y comienzan a ver el cuadro completo del
programa de Dios correspondiente para ese tiempo.
Porque la Palabra es lámpara en nuestro
camino, es luz para nosotros caminar. Y cuando esa Palabra se abre, cuando esa
Palabra queda encendida, que es cuando viene el mensaje dando a conocer el
significado de esas Escrituras, ahí se ilumina toda el alma y el entendimiento
de las personas, y entonces pueden decir: “Yo lo veo, yo veo ahora lo que no
podía ver antes.” ¿Por qué? Porque ha venido la Voz de la Escritura
manifestándose a través de carne humana y hablándonos la Palabra, la cual no es
palabra humana, sino la Palabra de Dios, la Voz de Dios, la Voz de la Escritura
hablándole al corazón de cada escogido de Dios.
Así fue en el Antiguo Testamento, así fue con
Juan el Bautista, así fue con el Señor Jesucristo, así fue con los apóstoles,
así fue con los siete ángeles mensajeros, y así es hoy en nuestra Edad de la
Piedra Angular y en nuestra Dispensación del Reino. Es la Voz de la Escritura
dándonos a conocer todas estas promesas divinas que corresponden a este tiempo
final y al glorioso Reino milenial, dándonos a conocer estos misterios que
estaban ocultos y sellados bajo estos sellos de Apocalipsis.
Estos sellos apocalípticos contienen los
misterios de las siete edades de la Iglesia gentil, y también contienen los
misterios que corresponden para la Edad de la Piedra Angular y para la
Dispensación del Reino, los cuales no podían ser abiertos en las siete edades
de la Iglesia gentil, porque para ellos era lo que correspondía para esas
edades.
Y para nuestro tiempo se abre el gran
misterio del Séptimo Sello en nuestra edad y nuestra dispensación, así como se
abrió aquel gran misterio de la venida de la Columna de fuego en el tiempo de
Moisés; y esa Columna de fuego, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, dijo:
“He descendido.”Allí había descendido la Columna de
fuego, ¿para qué? para un propósito divino, había descendido porque había
escuchado el clamor del pueblo hebreo, y había descendido para librarlos, para
cumplir la Escritura; aquella Voz hablaba la Escritura, era la Voz de la
Escritura, la Voz del Ángel del Pacto, la Voz de la Columna de fuego.
Y así es en nuestro tiempo: la Voz de la
Escritura es el Mensaje de nuestra edad y de nuestra dispensación, la Voz de la
Escritura es el Mensaje del Evangelio del Reino, la Voz de la Escritura es el
Mensaje representado en la Trompeta final o gran Voz de Trompeta; la Voz de la
Escritura es el Mensaje representado también en la Trompeta del Año del
Jubileo, y también representado en la gran Voz de Trompeta, de la cual dijo el
Señor Jesucristo: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a
sus escogidos.”
Es la Voz de la Escritura llamando y juntando
a los escogidos, es la Voz de la Escritura hecha carne en Su Ángel mensajero y
también hecha carne en los creyentes, en los escogidos de Dios del tiempo
final. La Voz de la Escritura es lo que Dios prometió hacer en este tiempo
final para Él traer todas las bendiciones divinas a nosotros en este tiempo
final.
La Voz de la Escritura nos da a nosotros la
fe para ser transformados y raptados, y salir libres literalmente, ser
libertados de la muerte, ser libertados del cuerpo mortal, ser libertados de
todo lo temporal y pasar a lo eterno.
Él ha descendido en este tiempo final,
Jesucristo, la Columna de fuego, como descendió en el monte Sinaí para la
liberación de Sus hijos. Así como sacó al pueblo hebreo de Egipto, de la
esclavitud en la cual ellos estaban sometidos y los llevó a la tierra
prometida, así también Él en este tiempo final ha descendido para libertar a
Sus hijos, sacar a Sus hijos de la esclavitud en que han vivido por miles de
años en cuerpos mortales, y colocar a Sus hijos en cuerpos inmortales, que como
cuerpo es la tierra prometida para cada hijo de Dios. Y como Reino la tierra
prometida es el glorioso Reino milenial, en donde entraremos con un cuerpo
eterno, un cuerpo nuevo. Y eso será el cumplimiento de la Voz de la Escritura,
porque la Escritura ha prometido estas cosas para los hijos de Dios.
Y ha prometido para el fin del tiempo
realizar un recogimiento de los escogidos, y luego una transformación de sus
cuerpos, y un rapto o traslado a otra dimensión divina en donde nos
encontraremos con el Señor Jesucristo, y así siempre estaremos con Él; y luego
más adelante estaremos en el glorioso Reino milenial.
Eso es lo que la Escritura ha prometido; y la
Voz de la Escritura nos habla en este tiempo final estas cosas que han sido
prometidas para nosotros.
Al escuchar los escogidos de Dios la Voz de
la Escritura, les da la fe para recibir esas promesas siendo materializadas en
nuestras vidas.
Por esa causa primero llega la Voz de la
Escritura, le habla al mensajero, y luego se encarna en el mensajero esa
Palabra, y luego a través del mensajero Jesucristo, la Columna de fuego, revela
al pueblo todas esas cosas que están prometidas para ese tiempo. Y el pueblo
cuando las escucha, dice: “Esto era lo que yo estaba esperando, esto era lo que
yo quería escuchar, y nunca lo había escuchado, y ahora ha llegado el tiempo de
escucharlo,” porque ya ha llegado el tiempo de la Voz de la Escritura
hablándonos directamente al corazón, para Él cumplir lo que Él ha prometido
para nuestro tiempo, nuestra Edad de la Piedra Angular y Dispensación del
Reino.
Ustedes podrán notar que en cada tiempo la
Voz de la Escritura ha hablado de lo que Él ha prometido para ese tiempo,
cuando ha llegado el tiempo del cumplimiento de esas Escrituras; y ahí es donde
Él envía al mensajero para esa edad o para esa dispensación.
Nosotros estamos viviendo en el tiempo en que
la Escritura prometida para el tiempo final está cumpliéndose. Faltan algunas
cosas de ser cumplidas, las cuales están en proceso también, y la Voz de la
Escritura nos habla de estas cosas que han sido prometidas para Sus hijos en
este tiempo final.
Por esa causa es que
en Apocalipsis, capítulo 1 y verso 3, dice:
“Bienaventurado el que lee, y los que oyen
las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el
tiempo está cerca.”
¿Y por qué son bienaventurados los que leen y
los que oyen las palabras de esta profecía? Porque las palabras de esta
profecía son la Voz de la Escritura, la Voz de Cristo en el fin del tiempo; por
eso dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de ser después de
éstas.”
¿Y qué le estará mostrando? La Voz de la
Escritura estará mostrándole al pueblo las cosas que deben suceder de acuerdo a la Escritura; cosas que están ahí escritas en
diferentes formas simbólicas, pero que cuando llega el tiempo para la Voz de la
Escritura darle a conocer al pueblo esas cosas que deben suceder, la Voz de la
Escritura es escuchada por el mensajero y el mensajero transmite al pueblo lo
que Cristo le ha revelado.
¿Y qué es lo que le ha revelado? Siempre
Cristo a cada mensajero de cada edad le ha revelado lo que la Escritura dice
para ese tiempo, lo cual él lo recibe, se encarna en él, él lo da a conocer, el
pueblo lo recibe, y así se cumple la obra de Dios para ese tiempo.
Así es hoy en nuestro tiempo, estamos
viviendo en el tiempo en que la Voz de la Escritura nos está dando a conocer
las cosas que Dios ha prometido en la Escritura para este tiempo final, Él está
dándonos a conocer las bendiciones que Él ha prometido para nosotros en este
tiempo final. Él está dándonos a conocer las profecías que corresponden para el
fin del tiempo y también para el glorioso Reino milenial.
Por esa causa la Voz de la Escritura nos
habla de la Venida de Cristo como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y
Señor de señores, porque Él prometió que la Venida de Cristo sería como León de
la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.
Nos habla de la Venida de Cristo como lo
presenta en Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, sobre un caballo
blanco como la nieve. Nos habla la Voz de la Escritura de todas estas promesas
divinas que Dios ha hecho para este tiempo final; y así la Voz de la Escritura
abre el Programa divino a todos los hijos de Dios para todos entender lo que
Dios está realizando en nuestro tiempo. ¿Y qué está Dios realizando en nuestro
tiempo? Lo que Él prometió para este tiempo final.
Cuando nosotros estamos escuchando todas
estas profecías bíblicas, desde el primer profeta mensajero que habló la
Palabra hasta William Marrion Branham,
el último profeta mensajero de la Dispensación de la Gracia, nosotros estamos
escuchando la Voz de la Escritura en nuestra edad y nuestra dispensación, la
Voz de la Escritura dándonos a conocer lo que Dios está haciendo de acuerdo a como Él prometió por Sus santos profetas. Y
así es como Él cumple Sus promesas para nosotros.
Nosotros estamos en la edad y dispensación en
donde todos los misterios de Dios están siendo dados a conocer a los hijos de
Dios, los misterios que en otros tiempos no podían ser dados a conocer en las
edades de la Iglesia gentil, porque eran misterios que correspondían para la
Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; por lo tanto a ellos no les
era permitido conocer estos misterios, porque no serían cumplidos en el tiempo
de las edades de la Iglesia gentil sino en la Edad de la Piedra Angular y
Dispensación del Reino.
Él nos da a conocer estos misterios los
cuales fueron profetizados para el fin del tiempo en la Edad de la Piedra
Angular y Dispensación del Reino. Él nos da a conocer el Programa divino que Él
está llevando a cabo en nuestro tiempo, y también nos deja conocer lo que el
enemigo está haciendo en contra del programa de Dios, para que sepamos cómo
Dios está obrando y cómo el enemigo de Dios está obrando en contra del programa
de Dios.
Así que hay solamente una cosa que nosotros
estamos llamados a oír y recibir con todo nuestro corazón, las demás cosas son
palabras humanas, las demás cosas son de esta Tierra; y con eso no estoy
diciendo ni incluyendo a las cosas que fueron habladas en otras edades o en
otras dispensaciones, porque las cosas que fueron habladas vinieron de parte de
Dios por medio de Sus profetas mensajeros, y era la Palabra de Dios; pero me
refiero a cosas humanas y enseñanzas humanas e interpretaciones humanas, tanto
de las cosas de Dios como de las cosas de este mundo; pero hay una sóla Voz para todo hijo de Dios escuchar en este tiempo
final, y esa es la Voz de la Escritura, el Mensaje del Evangelio del Reino.
“LA VOZ DE LA ESCRITURA.”
A Él oíd, a la Voz de la Escritura, en
nuestra edad y nuestra dispensación. Oíd la Voz de la Escritura, el Evangelio
del Reino proclamando el Mensaje de la Dispensación del Reino, que gira
alrededor de la Venida de Cristo como León de la Tribu de Judá, como Rey de
reyes y Señor de señores. Oíd una Voz, la Voz de la Escritura, hablándonos las
cosas que han sido prometidas en toda la Biblia para el fin del tiempo.
Yo puedo decir en esta mañana: Yo estoy
escuchando la Voz de la Escritura en este tiempo final, ¿y ustedes? Yo le doy
gracias a Dios por ustedes, que son un pueblo que está escuchando la Voz de la
Escritura, y yo le doy gracias a Dios porque Él me ha permitido escuchar por Su
gracia, la Voz de la Escritura para darla a conocer a ustedes.
La Voz de la Escritura se ha estado haciendo
carne y vida en mí, y también en cada uno de ustedes. La Palabra se ha estado
encarnando en ustedes y en mí también; es la Voz de la Escritura en nuestra
edad y nuestra dispensación.
“LA VOZ DE LA ESCRITURA.”
Que Dios nos continúe bendiciendo a todos y
continúe la Voz de la Escritura hablando bendiciones que Él ha prometido para
nosotros en este tiempo final.
Adelante escuchando la Voz de la Escritura,
porque ahí están todas las bendiciones que ustedes puedan desear, y las que no
puedan desear, porque todavía no las conocen, Él se las dará a conocer en la
Voz de la Escritura, y entonces ustedes dirán: “Esto también es lo que yo
quiero, y esto también, y esto también.”
¿Y cómo usted va a decir que quiere esas
cosas? Creyéndolas: “Esto yo lo creo, por lo tanto, yo espero esto
materializado en mí.” Para que se materialice, para que se cumpla algo que Dios
ha prometido en ustedes y en mí, primero tenemos que creerlo; cuando lo
creemos, ahí se encarna esa Palabra, ahí queda dentro esa Palabra, y como es
una semilla, una simiente, entonces producirá el cumplimiento de esa promesa.
Por eso es tan importante oír una sola voz:
la Voz de la Escritura, porque esa es la Voz de Dios, la Voz del buen Pastor,
que las ovejas siempre han escuchado. “El que es de Dios, la Voz de Dios oye,”
la Voz de la Escritura. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen,” la Voz de la
Escritura. “Bienaventurados los que oyen la Voz de Dios,” la Voz de la
Escritura. Y eso es lo que nosotros estamos escuchando en este tiempo final.
Que Dios nos continúe bendiciendo a todos, y
que siga la Voz de la Escritura hablándonos en nuestra edad y nuestra
dispensación; continúe hablándonos directamente en y a nuestro corazón, y se
materialicen en nosotros todas las bendiciones que la Voz de la Escritura está
hablándonos en este tiempo final, se materialicen en nosotros.
“LA VOZ DE LA ESCRITURA.”
Muchas gracias por vuestra amable atención,
amigos y hermanos aquí presentes en Monterrey, México, y también cada uno de
ustedes en los diferentes lugares de la República Mexicana; y también cada uno
de ustedes allá en Cayey, Puerto Rico, y también en diferentes lugares en la
República Dominicana, y en otros lugares del Caribe. Y también cada uno de
ustedes en los diferentes países de la América Latina, y también en
Norteamérica, en el Canadá, y en los diferentes lugares que no haya mencionado
(continentes o países), que estén escuchando en esta mañana esta conferencia, o
que luego la escuchen y la vean a través de video; que las bendiciones de Dios
sean sobre ustedes, las bendiciones habladas en la Voz de la Escritura, porque
ahí es donde son habladas las bendiciones de Dios para cada uno de nosotros.
Por eso podemos ver que siempre en los
tiempos antiguos, siempre deseaban escuchar las palabras de bendición de
Abraham, de Isaac, de Jacob, de José, de Moisés, de Josué, del profeta Samuel,
del profeta Elías. Pero también cuando escuchaban la palabra de maldición, esa
era una palabra terrible; por ejemplo, cuando Elías dijo a un general con cincuenta
soldados: “Si soy siervo de Jehová, descienda fuego del cielo y consúmate a ti
con tus cincuenta.” Y descendió fuego del cielo y los quemó; y así al segundo
que vino también con su ejército.
Luego el tercero dijo sabiendo todo lo que
había pasado, se postró delante de Elías y dijo: “Yo soy tu siervo, y los
cincuenta soldados que vienen conmigo son tus siervos, y tengas delante de ti
mi vida en aprecio, aprecia mi vida. Y yo sé lo que le ha sucedido a los que
han venido delante de mí a buscarte, ahora yo te ruego que vengas conmigo al
rey.”
Los demás decían: “Date prisa y desciende
porque el rey quiere verte.” Era una orden lo que le estaban dando a Elías, y
Elías no recibía órdenes de nadie, sino de Dios. Pero cuando vino aquel
general, oficial humilde y creyente, le dijo: “Yo te ruego, tu siervo te ruega,
que desciendas conmigo para ir donde el rey, porque él quiere verte.” El Ángel
de Jehová le dijo: “Desciende con ése, vé con él, no
tengas temor.” Y Elías fue y le dijo al rey que iba a morir, le dijo: “¿No hay
profeta en Israel, que has mandado a otro lugar a consultar a un dios extraño?”
Le dijo: “De cierto morirás de esa enfermedad que tú tienes, no te levantarás.”
Así que vean ustedes, es muy importante
escuchar la Voz de la Escritura; ahí están las bendiciones de Dios para todos
nosotros; y están también aí en la Voz de la
Escritura los juicios divinos que van a venir. Pero ¿a cuántos les gustaría
estar escuchando los juicios divinos que van a venir? Mas bien nos gusta
escuchar las bendiciones divinas que van a venir sobre nosotros; y cuando
tocamos algo de los juicios divinos que van a caer, decimos: “Eso no es para
ustedes, eso es para los que no están escuchando la Voz de la Escritura, para
los que no creen a la Voz de la Escritura.” Pero nosotros creemos a la Voz de
la Escritura, estamos escuchando la Voz de la Escritura, y esa Voz de la
Escritura se ha hecho carne en nosotros; por lo tanto, las bendiciones de Dios
se harán carne, se materializarán en cada uno de nosotros; porque hemos escuchado
y hemos recibido en nuestros corazones la Voz de la Escritura.
Bueno, que Dios nos continúe bendiciendo a
todos, que Dios nos guarde, y adelante escuchando la Voz de la Escritura en
nuestra edad y nuestra dispensación.
Con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez
Marín, y estaremos nuevamente aquí a la 1:00 de la tarde, hora de México, de
Monterrey y de todo México, o de casi todo México. Y también Puerto Rico si
quiere colocarse en línea telefónica, y los demás países que quieran colocarse
en línea telefónica, pueden hacerlo. Ya a las... vamos a ver, si comenzamos a
la 1:00 ya a las 2:00 de la tarde, ya estamos en la línea telefónica; así que
para todos los de Puerto Rico y otras naciones si desean conectarse por la
línea telefónica pueden hacerlo, y comenzaremos aquí a la 1:00 de la tarde, que
son las 3:00 de la tarde hora de Puerto Rico; y ya de tres y media en adelante,
hora de Puerto Rico, ya Miguel estará hablándoles y luego entraré yo en la
línea telefónica también. Ya a las tres y media, hora de Puerto Rico, ya
nuestro hermano Bermúdez más a menos a esa hora estará en la línea telefónica
para toda la América Latina y el Caribe y todo Norteamérica; y luego de
terminada la parte de él entraré yo en la misma línea telefónica.
Así que de tres y media en adelante, hora de
Puerto Rico estaremos por la línea telefónica. Eso significa la 1:30 de la
tarde hora de acá de México y de Monterrey, ya estaremos en la línea
telefónica. Así que ya a la 1:00 ya comenzado el devocional, y ya los cánticos
se están llevando a cabo para a la 1:30 pasar a nuestro hermano Bermúdez; y así
continuar escuchando una Voz, la Voz de la Escritura, la Voz de la Escritura en
este tiempo final.
Bueno, ya Miguel estuvo hablando también a
ustedes acerca de todo el trabajo allá en Puerto Rico que se está llevando a
cabo, como también se estará instalando una antena parabólica para transmitir a
través de un satélite; y así que cada congregación, cada domingo y cada viernes
tenga la transmisión en voz e imagen.
Luego también tendrán ahí oportunidad otras
personas que tengan antenas parabólicas en los diferentes lugares de la América
Latina, del Caribe, de Norteamérica, del Canadá, de Hawai,
y de un sinnúmero de lugares más, los cuales también podrán ver esas
transmisiones vía satélite, y esperamos que sea de ayuda para otras personas
que no han escuchado todavía el Mensaje final.
En esta labor todos tienen la oportunidad de
trabajar, ya que es una labor de nuestra edad y de nuestra dispensación, a la
cual todos nosotros podemos entrar y trabajar en ella; trabajar con amor
divino, porque amamos a Cristo y Su obra correspondiente para nuestro tiempo.
Para que así a través de vía satélite, la Voz de la Escritura cubra la América
Latina, el Caribe, Norteamérica, Canadá, y todos los demás lugares donde esa
señal llegue; y caiga sobre todo el continente latinoamericano y otros lugares,
como la lluvia, la Palabra, la Voz de la Escritura en nuestra edad y nuestra
dispensación.
Que llueva sobre todas las naciones el
Mensaje del Evangelio del Reino, que caiga como la lluvia, la Lluvia de la
enseñanza del Evangelio del Reino, la Lluvia de la enseñanza de la Voz de la
Escritura en este tiempo final.
Todos tienen la oportunidad, aquí en México,
en la República Mexicana, ustedes allá en Puerto Rico, y todos en el Caribe y
toda la América Latina, y Norteamérica, de participar de esta gran Obra del
Reino de Dios en la Dispensación del Reino y Edad de la Piedra Angular.
Yo les digo: no pierdan esta oportunidad que
Dios nos ha dado de trabajar en Su obra en esta nueva etapa para extender el
Mensaje; que les llegue a todos los grupos en voz e imagen, y también alcance a
otras personas; porque queremos la bendición de Dios para todos los seres
humanos. Queremos que la Tierra sea llena del conocimiento de Dios, del
conocimiento de lo que Dios está haciendo en nuestro tiempo, del conocimiento
de la Voz de la Escritura; y haciendo llegar la Voz de la Escritura a los seres
humanos es como ellos pueden ser llenos del conocimiento de Dios.
La promesa es: “Y toda la Tierra será llena
del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.” Así será llena la
Tierra del conocimiento de Dios. [Isaías 11:9]. Así que el Mensaje del
Evangelio del Reino, miren ustedes, tiene promesas de cubrir toda la Tierra.
Así que trabajemos en todo aquello que dé
lugar a cubrir toda la Tierra con el Mensaje del Evangelio del Reino, que es la
Voz de la Escritura, para que todos escuchen la Voz de la Escritura.
El que siembra escasamente, escasamente
cosechará; el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará. Yo les
recomiendo a ustedes, con amor divino, y con el deseo que yo tengo siempre que
ustedes reciban los galardones más grandes que se van a recibir en la
repartición de los galardones por el Señor Jesucristo, por cuanto yo deseo los
galardones más grandes para ustedes, yo les digo: siembren abundantemente en
esta Obra de la Dispensación del Reino, siembren abundantemente en esta etapa
que está comenzando, y así cosecharemos abundantemente.
Quizás de momento no comprendan plenamente lo
que eso significa, pero cuando le esté repartiendo los galardones, entonces
dirán:
– “¡Este galardón tan grande! ¿Por qué?”
– “Porque sembraste abundantemente en el
Reino de Dios.” Porque nuestro trabajo en el Señor no es en vano, recibirá su
recompensa, su galardón.
Aunque no estemos trabajando en el Reino de
Dios por recibir galardones, pero Él los ha prometido para todos aquellos que
trabajan con amor divino en el Reino de Dios, y tienen a Dios como primero en
sus corazones, y Su obra es lo primero para ellos.
Vean ustedes, la Voz de la Escritura nos
habla de estas bendiciones, nos habla de todo este trabajo, nos habla de los
galardones también, porque la Voz de la Escritura en nuestra edad y nuestra
dispensación nos habla de todo lo que Dios está haciendo, de todas las
bendiciones que Él nos está dando y de las que nos dará también más adelante.
Lo más hermoso podemos ver que es escuchar la
Voz de la Escritura. Le pregunto a ustedes: ¿Ha escuchado usted alguna voz, en
alguna ocasión, que le prometa más bendiciones que las que les promete la Voz
de la Escritura? Porque esa es la Voz de Dios, la Voz de nuestro Padre
celestial, la Voz del Señor Jesucristo, dándonos a conocer todas las
bendiciones que Él tiene para nosotros, Sus hijos amados.
Bueno, adelante escuchando la Voz de la
Escritura, y poniendo por obra lo que la Voz de la Escritura nos dice a
nosotros para hacer en este tiempo final; porque es bienaventurado el que lee y
los que oyen las palabras de esta profecía y las hacen, porque el tiempo está
cerca.
Que Dios nos continúe bendiciendo a todos,
que Dios nos guarde, y hasta la 1:00 de la tarde, Dios mediante, para seguir
escuchando la Voz de la Escritura.
Con nosotros por aquí Miguel Bermúdez Marín
para continuar nuestra parte, y continuar hablándole a ustedes y a todos los
que están a través de la línea telefónica. No terminen la conexión telefónica
hasta que Miguel no termine la parte de él, porque él tiene algo importante
para decirle a todos los países que están a través de la línea telefónica. Así
que Julio, allá en Puerto Rico, que Dios te bendiga, no quites la conexión
telefónica todavía, hasta que Miguel no termine de hablar.
Con nosotros por aquí Miguel Bermúdez Marín,
y que Dios les continúe bendiciendo a todos con la Voz de la Escritura
hablándonos en este tiempo final.
“LA VOZ DE LA ESCRITURA.”
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El León de Juda Rugiendo tiene como misión principal compartir la palabra de Dios vindicada para este tiempo, los mensajes obtenidos pueden ser consultados y verificados con los respectivos PDF's, si se desea obtener más información respecto al material expuesto en este sitio web del Rv. William Marrion Branham, puede acceder a branham.org para más información.
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